Opinión

El 'efecto Draghi' tardará en notarse

Hasta que alemanes y franceses no han visto la crisis llamando a sus puertas no han dejado de frenar al Banco Central.

La artillería de Mario Draghi desató esta semana la alegría de las bolsas, porque abre buenas noticias para los inversores. Sin embargo, los analistas estiman que su efecto sobre empresas y consumidores no se notará hasta dentro de seis meses e incluso un año. Draghi ha tardado demasiado tiempo en decidirse. Más vale tarde que nunca, aunque no se entienda por qué el BCE ha esperado a que el enfermo estuviera casi desahuciado para actuar. Bordear la deflación es peligroso, sobre todo porque una vez que se cae en ella no hay política monetaria para combatirla.

Si el objetivo de precios del BCE es del 2 por ciento, ¿por qué se ha esperado hasta llegar la 0,3 por ciento registrado en agosto por la eurozona? La división sobre la dirección a seguir de los principales países del área y sus presiones sobre el BCE están detrás de la tardanza. Hasta que alemanes y franceses no han visto la crisis llamando a sus puertas no han dejado de frenar al Banco Central. Aun está por ver cómo usarán los bancos esta inundación de liquidez. Movimientos anteriores no sirvieron para estimular el crédito y las entidades usaron el dinero en comprar deuda. Cierto que ahora se ofrece a los bancos empaquetar créditos de dudoso cobro y dárselos al BCE. Una forma de dejar impolutos los balances tras haberse desprendido anteriormente del ladrillo. Esta mejora debería animar el crédito y contribuir con la caída del euro a mejorar las exportaciones. El problema es que las ventas españolas al exterior dependen sobre todo del crecimiento de la UE, donde están nuestros principales clientes.

Los europeos tardarán meses en sentir el efecto Draghi, que servirá para ganar tiempo mientras los Estados se ponen de acuerdo para remar en la misma dirección.

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