Opinión

Análisis | Europa crea una nueva industria de exportación, la deflación

Pese a todos sus problemas económicos, la Eurozona sigue siendo un gran puntal de exportación, produciendo una extensa gama de productos que se venden bien en todo el mundo. Alemania tiene sus coches de lujo, Francia sus vinos y aviones, e Italia su comida y su moda. Pero ahora Europa está exportando algo que va a hacer mucho daño a la economía global: la deflación. Otro toque de atención: el IPC de la zona euro baja una décima en febrero al 0,7%.

Los precios han empezado a bajar a lo largo de varios países europeos. Grecia y Chipre ya están siendo testigos de la caída implacable de los precios. Portugal, España e Italia están a punto de unírseles. Francia y Alemania llegarán pronto.

Pese a ello, el Banco Central Europeo ha decidido no hacer nada. Para cuando se decida por fin a actuar, probablemente será demasiado tarde. Pero lo que sí hemos aprendido en las dos últimas décadas es que la política monetaria se filtra de un continente a otro. El dinero fácil japonés alimentó los boom de activos hace una década. La competitividad china ha hecho que disminuyeran los precios en todo el mundo. La flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal elevó los precios de los activos de los mercados emergentes y de todas partes. Ahora la deflación europea está a punto de ser exportada globalmente. Ya está creando una espiral de deuda en Europa, y puede que desencadene alguna en cualquier otro lado.

Sólo porque el BCE haya decidido ignorarla no significa que la deflación no haya empezado a tomar el control en Europa. Sólo hay que echar un vistazo a las cifras. La tasa de inflación anual de Chipre está ahora en el -1,6 %. En Grecia, es del -1,4%. Las subidas anuales de los precios están en un 0,8% para el conjunto de la zona euro, a un pelo estadístico de la deflación real. Las cifras mensuales eran aún más alarmantes. En enero, los precios cayeron en todos los países de la eurozona salvo Letonia, Estonia, y Eslovaquia. En Italia, los precios cayeron un 2,1% en un mes.

Malo para la zona euro

Es verdad que no hay nada malo en eso en sí mismo. Las cosas se están abaratando, y la mayoría de los consumidores pensarán que está bien que así sea. En una economía vigorosa, suele serlo. En la Eurozona, sin embargo, no. Hay dos razones. Una es que todos los países periféricos de la moneda única tienen niveles abrumadores de deuda. La deflación hace que eso sea mucho, mucho peor: la deuda sigue igual, pero las rentas al servicio (de la deuda) siguen cayendo.

Lo segundo es que todos ellos tienen también que recuperar competitividad respecto a Alemania recortando salarios. Eso ya es lo bastante duro en circunstancias normales. Con la deflación hay que recortar salarios aún más para siquiera tener una posibilidad de volver a meterse en el partido. Los precios en caída cogen una situación mala, y la hacen mucho peor.

Todo eso resulta bastante familiar. Prácticamente todo el mundo, salvo el presidente del BCE, Mario Draghi, se ha dado cuenta de que Europa está cayendo en la trampa de los precios a la baja. El verdadero problema con la espiral deflacionaria de la zona euro será el impacto que tenga en el resto del mundo.

En una economía globalizada, todo aquello que pase en una economía se filtra a otros países. Y cuando un bloque económico es tan grande como lo es la eurozona -que, pese a su enorme esfuerzo por reducir su producción tan rápido como le es posible, sigue siendo el mayor espacio económico común del mundo-, el efecto de desborde va a ser muy grande. Hasta ahora, el impacto es más obvio en el Reino Unido. Gran Bretaña es un país con una alta inflación, y lo ha sido durante mucho tiempo. El Banco de Inglaterra tiene un objetivo oficial del 2 pro ciento en las subidas de precios, pero habitualmente lo supera con creces. Este año, sin embargo, está en el objetivo, y actualmente por debajo del mismo. Los precios cayeron un 0,6 por ciento en el Reino Unido en enero. La tasa de inflación anual está ahora mismo sólo en el 1,9%.

¿La razón? Sólo hay que mirar al otro lado del Canal de La Mancha. Gran Bretaña es la gran economía más cercana a la eurozona, y como cabe esperar importa un montón de cosas provenientes de ella. En torno al 17% del PIB británico consiste en importaciones procedentes de Europa. De las cosas que se pueden comprar en las tiendas, el porcentaje es mucho mayor. Si esos precios están cayendo, difícilmente sería de extrañar que los precios empezaran a caer en toda la economía.

Pero no se trata sólo del Reino Unido. La inflación está cayendo en EEUU a su vez. La tasa de inflación ha caído a sólo el 1,6% interanual. Los precios al consumo subieron sólo un 0,1% en enero, por debajo del 0,2% de diciembre. La inflación china cayó al 2% en febrero. El banco central japonés ha lanzado estímulos masivos a la economía, pero por ahora sólo ha conseguido subir la tasa de inflación hasta el 1,3 por ciento, muy por debajo del objetivo. EEUU, claro está, no hace muchas importaciones procedentes de Europa, y China prácticamente ninguna. Puede que el mecanismo de transmisión sea poco claro. Eso no cambia el hecho de que la inflación está empezando a caer drásticamente en todo el mundo, y el origen es la zona euro. Eso difícilmente va a ayudar a las economías de ninguna parte. No sólo son las naciones periféricas de la eurozona las que tienen una crisis de deuda.

El Reino Unido es uno de los países más fuertemente endeudados del mundo: un estudio de McKinsey situó la deuda corporativa, personal y estatal combinada en más del 500 por ciento del PIB. EEUU ha conseguido hacer algunos avances en reducir la deuda personal, pero el déficit público sigue siendo enorme. Si la deflación toma el mando, esos niveles de deuda van a empezar a crecer sin control, y bien pueden alcanzar niveles en que los mercados entren en pánico.

Incluso antes de que eso esté ocurriendo, en la mayoría de los países desarrollados, los bancos centrales estaban llegando al punto en el que contemplaban devolver la política monetaria a la normalidad. El Banco de Inglaterra ha dado pistas de que la primera subida de los tipos de interés desde allá por 2007 está prevista para 2015.

La Reserva Federal ha empezado a reducir su programa de flexibilización cuantitativa, y una vez que haya terminado, el siguiente paso será poner los tipos más altos. Pero eso no va a suceder si la inflación cae a cero, o empieza a bajar. La crisis de la Eurozona ha estado restringida hasta ahora a las 17 naciones que comparten la moneda única. Pero si exporta la deflación al resto del mundo, está punto de volverse algo global.

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