La diplomacia florentina, la de Florentino Pérez al frente del Real Madrid, la que en la última década se ha dejado ganar muchos metros en la carrera por el campeonato de la imagen comercial en el mundo por el Barcelona, tiene su punto más abrasivo en la salvaguarda económica de la dirección del conjunto blanco.
Para imposibilitar la llegada de advenedizos que pongan en peligro la gestión patrimonial del club ha levantado una muralla de 75 millones de euros en forma de aval que tienen que depositar los posibles aspirantes a la presidencia del Real Madrid, además de un reconocido y no solo público madridismo de más de veinte años como socio del club. Florentino con el golpe de estado que dio hace meses ha convertido al Real Madrid en una oligarquía en la que sobran dedos de una mano para contar los candidatos a la presidencia.
Juan Miguel Villar Mir reconoce que por edad y compromiso hacia su sociedad cotizada, a la que mantiene con una recomendación de compra por parte de los bancos de inversión desde hace casi un lustro, no tiene tiempo de desdoblarse; Vicente Boluda no tiene acreditados los veinte años de madridismo con carné; y Eugenio Martínez está peleando como Sísifo contra la piedra económica que Florentino Pérez se ha empeñado que levante durante las próximos lustros para poner avales.
Florentino, que ha devuelto al Real Madrid la condición de grande de Europa que tuvo con Bernabéu y la de dejar de ser los campeones morales en blanco y negro para volver a ser siempre aspirante a la Champions, llegará a conquistar la soñada décima. Pero cuando lo haga tendrá que preguntarse si lo ha hecho sin represaliados como la selección Argentina que ganó la copa del Mundo del 78. El entrenador de aquel equipo albiceleste, César Luis Menotti, el comunista que entrenó la selección de los milicos, dijo que "la selección será de todos o no será de nadie", entonces agradó a la prensa progresista y a los militares.