Opinión

José Luis Ruiz Bartolomé: El ladrillo no es el problema: es el síntoma

  • La banca y el sector público, culpables de la situación de la vivienda
  • El ajuste real del precio es muy superior al que se ha declarado

Recuerdo que en Francia, en los primeros meses de la crisis -y con un stock de vivienda casi inexistente-, el Gobierno tomó la decisión de incentivar la adquisición de vivienda de obra nueva reduciendo a la mínima expresión los gastos de compra así como la fiscalidad. La medida funcionó, y en apenas un año la demanda de vivienda superaba con claridad la oferta.

Aquí hemos tardado cuatro años en tomar una medida de corte similar. Es más, durante los últimos tiempos el Ejecutivo ha ido poniendo zancadillas a los compradores. Y no me refiero a las más visibles, como la elevación en julio de 2010 del IVA del 7 al 8%, o la eliminación parcial de la desgravación por compra de vivienda habitual en enero de este año.

Quiero señalar especialmente las dos que nos han llevado a esta situación: la ocultación de los problemas de la banca, y la acaparación por parte del sector público de los recursos financieros del país.

En 2008, España era un Estado con superávit y con una enorme credibilidad. No hubiéramos tenido ningún problema para, en aquel momento, haber extirpado ese pequeño bulto que ahora ya es un cáncer extendido por el sistema financiero.

Políticos y banqueros prefirieron pensar que esto pasaría rápido ("la fiebre de una noche de un niño"), de tal manera que se limitaron a ayudarse mutuamente -te presto dinero al cero a través del BCE, y tú me lo prestas a mí al 4% comprándome deuda- mientras la economía real se hundía y hundía.

Economistas y periodistas liberales insisten en que los incentivos fiscales son perniciosos, pues impiden y retrasan el ajuste de precios de la vivienda. Y tendrían razón si no fuera por dos circunstancias: la primera, que el ajuste real es muy superior al declarado; la segunda, que, a diferencia de la mayoría de bienes y servicios, la compra de una vivienda no depende de la voluntad del comprador. Es más, actualmente hay una demanda muy numerosa con verdaderas ganas de comprar a la que sólo le falta una cosa: financiación.

Llevan razón quienes dicen que la bajada del IVA al 4% beneficia fundamentalmente a la banca (¿por qué no una rebaja similar del Impuesto sobre Trasmisiones Patrimoniales (ITP)?). Y llevan razón también cuando explican que esta medida puede impulsar algo la venta, pero no lo suficiente, pues el problema subyacente permanece: la falta de financiación.

Por eso, las propuestas de Rajoy de prorrogar por doce meses la bajada del IVA (aunque guardando más las formas: sólo para vivienda habitual y con tope de precio) y de recuperar la desgravación que suprimió Rodríguez Zapatero no dejan de ser parche sobre parche.

El drama del sector inmobiliario es su brutal dependencia del financiero. Y lo que sucede en el sector no es más que un síntoma de la situación de la banca, por un lado, y de la actitud expansiva del sector público, por otro.

La falta de valentía de nuestra clase política para enfrentar con realismo el verdadero problema -banca y austeridad pública- nos ha llevado a un escenario de japonización financiero-inmobiliaria del que empiezo a dudar de si seremos capaces de salir.

José Luis Ruiz Bartolomé, Consultor inmobiliario y autor de Adiós, ladrillo, adiós. Twitter:@AdiosLadrillo.

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