Opinión

¿Qué pasa con los Landesbanken? No es Alemania todo lo que reluce

El robusto crecimiento del 3,5% de la economía germana en 2010, tras caer el 4,5% en 2009, ha encubierto los graves problemas de gran parte de su sector bancario. Alemania ha sido uno de los pocos países en los que varios bancos -Sachsen Landesbank, IKB, West Landesbank- necesitaron respiración asistida mucho antes de que la crisis desatada por la caída de Lehman Brothers sacudiera los cimientos del sistema financiero mundial.

Posteriormente, hubo que continuar apuntalando el sistema financiero alemán: 192.000 millones equivalentes a un 7,6%  de su PIB en 2008 y otros 262.000 millones en 2009, equivalentes a otro 10%. En palabras de Joaquín Almunia, vicepresidente y comisario europeo de Competencia: "Estas ayudas masivas lograron estabilizar el sector bancario alemán, pero aún queda un largo camino por recorrer, especialmente por lo que respecta a algunos Landesbanken".

Como comparación -según datos del Banco de España al mes de abril-, la reestructuración de nuestras cajas de ahorros ha costado al contribuyente 22.000 millones.

Los Landesbanken, o bancos de los Landers, como su nombre indica, son bancos estatales, participados conjuntamente por sus Landers o estados federales y por las confederaciones de las cajas de ahorros locales o Sparkassen, a las que prestan ser vicios centralizados de todo tipo.

Gozan -o, mejor dicho, gozaban- de una posición privilegiada, ya que la deuda que emitían estaba  garantizada por sus respectivos estados federales -léase el sufrido contribuyente-, lo que les permitía financiarse en los mercados de capitales a un coste inferior a su competidores. Costes de financiación que les hacían imbatibles a la hora de competir en el mercado crediticio.

Con 50 millones de clientes y una cartera de créditos a empresas y autónomos entre Landesbaken y sus socios, las Sparkassen, por valor de 215.000 millones, superan de largo al conjunto de la banca comercial -con 148.500 millones-. Pero no les era suficiente.

Insatisfechos con sus reducidos márgenes, y mediante estructuras ad hoc en Irlanda, se lanzaron a invertir masivamente en bonos basura made in USA. El resto es historia: como a muchos otros, estos activos tóxicos debilitaron irreparablemente su activos.

La misión del FMI para Alemania, de febrero de 2010, no se cortó a la hora de describir la situación. "La crisis ha arrojado un foco descarnado sobre el riesgo sistémico que los Landesbanken suponen para el sector financiero. Riesgos que tienen su origen en la falta de rentabilidad estructural de muchos de ellos. Sus elevados costes de funcionamiento y la falta de un modelo de negocio viable les han llevado a asumir altos niveles de riesgo buscando aumentar sus beneficios. Se han convertido en una hemorragia para las finanzas públicas, que ha necesitado de continuas infusiones de capital público por parte de los Lander. A pesar de los pasos dados en su reestructuración, todavía queda un largo camino por recorrer para dejar de ser una fuente continua de inestabilidad para el conjunto del sistema financiero alemán".

Difícil tarea. En 2005, la Comisión Europea exigió a los Landesbanken que renunciasen a las garantías estatales que les permitían acceder al mercado de capitales a costes preferenciales; privilegios que serán definitivamente desmantelados en 2015.

La Autoridad Bancaria Europea (ABE) ha instituido para 90 bancos europeos, entre ellos los siete Landesbanken, las llamadas pruebas de esfuerzo (stress tests), que miden la fortaleza de estas instituciones ante un posible deterioro del marco económico. Los resultados se publicarán a finales de junio, y existe un mal disimulado desasosiego en Alemania respecto a los resultados.

El problema radica en la escasa capitalización de los  Landesbanken. Según el criterio adoptado por la ABE para definir el Core-Tier 1 -ratio entre el capital social de un banco y sus activos ponderados por riesgo-, quedan excluidas de su computo las llamadas participaciones silenciosas, que suponen entre un 25 y un 40 por ciento, según la entidad, y que son contabilizadas por éstos como parte de su capital social. Esta modalidad sui generis de capital es, de hecho, una forma híbrida de deuda preferente y, como tal, devenga intereses anuales.

Lo que debe saber el contribuyente alemán

La AEB, con buen criterio, ha decidido excluirla del cómputo. En el Tier 1 sólo se podrá contabilizar "capital estable, con voluntad de pertenencia y, muy especialmente, con capacidad para absorber pérdidas".

Es esta condición, la de poder asumir posibles pérdidas, la que ha llevado a la AEB a admitir, sin embargo, que las ayudas estatales recibidas por los bancos computen en el cálculo de capital Core-Tier 1. El contribuyente, una vez más, desempeña el papel de agente socializador de duelos y quebrantos. Sin menoscabar el importante papel que está desempeñando Alemania en la crisis de los llamados países GIPS (Greece, Ireland, Portugal, Spain), el contribuyente germano debería tener presente que su mayor esfuerzo no está dirigido a subsidiar con sus impuestos al despilfarrador Sur, sino que en sus propios bancos reside, quizás, el mayor riesgo para su bolsillo.

Y en estos tiempos de tribulaciones, las declaraciones -en mayo de 2010- de Heinrich Haasis, presidente de la Asociación de Cajas de Ahorros Alemanas, cobran singular importancia. "El euro hoy vale más en relación con el dólar que el marco alemán en su momento".

Los problemas son comunes. Norte y Sur nos enfrentamos a los mismos desafíos. Jean Monet, uno de los arquitectos de la UE, definió nuestro camino común en su día: "Europa se forja en sus crisis y será el resultado de las soluciones adoptadas en esas crisis".

Ignacio Nart es analista financiero

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