
El quinto capítulo de la tercera temporada de Billions desmiga la idea de riesgo: una noción elemental del universo de la inversión que es también el precepto más polémico y más difícil de asumir y de gestionar. Mientras avanza la trama judicial que enfrenta al fiscal Chuck Rhoades y al gestor Bobby Axelrod, Invertir como el hedge fund más famoso de la TV se detiene en las distintas formas de abordar este concepto en la última entrega de la serie de Showtime que en España emite Movistar +. (Irremediablemente, el análisis que sigue contiene spoilers).
El joven Taylor Mason sigue asumiendo el papel de su jefe al frente de AXE Capital y acepta la invitación de un business angel a Mountain View (California), donde conviven las sedes de Google, Microsoft o Adobe y los viveros de startups tecnológicas más importantes del mundo, que se extienden por todo Sillicon Valley, donde también residen Apple, Facebook o Tesla.
El inversor, en deuda con Bobby Axelrod tras la jugada de la filantropía empresarial del cuarto capítulo, intenta deleitar a Taylor con un proyecto innovador que le permita diversificar el fondo del que es responsable desde el principio de la temporada por la inhabilitación para intervenir en el mercado del protagonista de la serie.
El riesgo de entrar en una startup tecnológica siempre es elevado. Pero lo cierto es que, como concluyen ambos con complicidad, hasta la sofisticada y todopoderosa Estrella de la Muerte de Darth Vader en Star Wars tenía un defecto. Es algo que hay asumir ante una buena idea de inversión:
-Emprendedor: Mi oferta es esta: identidad de usuario rastreable basada en la voz humana. El sistema utiliza una tecnología de voz extendida.
-Taylor Mason: Potente concepto. M única inquietud es que no posea la tecnología precisa. Es su puerto de escape térmico.
-Emprendedor: ¿Mi qué?
-Business Angel: El fallo de la Estrella de la Muerte. El hueco de dos metros de diámetro, que es el que conduce al sistema de reactores...
-E: Por eso estoy aquí. Busco ayuda para sellarlo antes de que reviente.
-B. A.: Hablemos. Diría que puedo dar con algo que le gustará.
Taylor acaba por convencerse.Simultáneamente,el brillante gestor en quien Bobby ha confiado para mover el dinero de AXE Capital aprueba la operación en corto -apuesta a que una compañía va a caer en bolsa- de uno de los analistas más veteranos y agresivos del hedge fund, Dollar Bill Stearn, quien espera el desplome de una farmacéutica tras poner a una organización animalista en la pista de una irregularidad.
Cómo camuflar una operación en corto
La maniobra es sucia, marca de la casa, aunque demasiado arriesgada en un contexto en el que Comisión de Valores de Estados Unidos -equivalente a la CNMV en España- examina con minuciosidad cada paso que da el fondo. Ari Spyros, rescatado por Bobby del regulador para controlar los riesgos, y Wags, la mano derecha y el brazo ejecutor del gestor que obsesiona a la Justicia, están de acuerdo en que hay que bloquear la operación, pero Dollar Bill no ceja y lo intenta dándole la vuelta:
-Spyros: Mi software le ha pillado tratando de colar la operación. La ha replanteado. No ha comprado la farmacéutica en corto, sino en largo. Muy largo, y financiado con permutas de incumplimiento crediticio.
-Wags: Y cuando caiga, hacemos limpieza. Tiene que reconocer que es cojonudo
La insistencia del analista provoca un conflicto en el seno de AXE Capital que Bobby Axelrod zanja regresando al concepto del riesgo:
-Bobby Axelrod: Spyros, dígame qué diferencia ve entre su antiguo puesto y el actual.
-Spyros: Pues... Como sabrá, mi carrera en la Comisión fue muy distinguida. Lo atribuyo a una cosa: integridad. Rasgo inherente a mi carácter que traigo conmigo tras haber cruzado la calle por usted. Mientras que antes castigaba infracciones, ahora las evito.
-B. A.: Error. Una palabra: riesgo. En el Gobierno no hay ninguno. Todo acto, en todo momento, va respaldado por todo el poder y el crédito, por sospechoso que sea. En Estados Unidos de América todo está bien cubierto por un poderoso Estado. Pero... para nosotros, y para usted también ahora, todo está en peligro. (...) A cambio, ¿qué obtenemos por ese riesgo? Capital. Valor. Y por eso lleva ahora ese estupendo deportivo alemán. (...) Nadie acudía con ninguno de esos a la Comisión de Valores por muy bueno que fuera su trabajo.
Riesgo moral
La lectura que Bobby obvia es que cuando una empresa afronta riesgos con la ambición que describe porque se considera demasiado grande para que el Estado la deje caer se produce la misma perversión que él relaciona con lo público, con la diferencia de que, como fue evidente en 2008, las consecuencias son desastrosas para el conjunto de la economía.