
"Cuando un país (EEUU) está perdiendo miles de millones de dólares comerciando con prácticamente cualquier país con el que negocia, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar. Por ejemplo, cuando perdemos 100.000 millones con cierto país y ellos son cortados, no comerciamos más y ganamos a lo grande. ¡Es fácil!". De esta manera expresaba Donald Trump sus pensamientos sobre una guerra comercial en un tuit el 3 de marzo.
El aumento de la tensión retórica entre China y EEUU ha disparado el miedo a un guerra comercial, que se ha convertido en el principal temor del mercado. Pero, ¿realmente es fácil ganar una guerra comercial? Los analistas de Goldman intentan contestar a esta pregunta y creen que no es tan fácil como lo ha pintado Donald Trump.
"Si no hay represalias, los aranceles recortan el déficit comercial e impulsan el crecimiento a corto plazo. Pero con represalias el efecto disminuye rápidamente al tiempo que el comportamiento macroeconómico sufre un deterioro, con un aumento de la inflación, de los tipos de interés y un crecimiento más débil", explican desde la entidad Norteamericana.
A cierre del año 2017, el déficit comercial de Estados Unidos se situaba en los 568.000 millones de dólares y durante los últimos meses esta cifra se ha ampliado sustancialmente hasta acercarse a la zona de los 700.000 millones de dólares. Esta supone el guarismo más elevado desde el estallido de la crisis económica y Trump ha declarado su intención de mejorar su balance en al menos 100.000 millones de dólares y que lo hará fundamentalmente reduciendo el déficit con México y China.
Sin embargo, cada vez que Trump ha anunciado un aumento de los aranceles el gigante asiático ha respondido con nuevas medidas y, aunque EEUU exporta menos al país y es más difícil vengarse, los analistas de Goldman advierten de que puede tomar medidas distintas a los aranceles. China estudiará la devaluación del yuan como arma de negociación en su disputa comercial con EEUU.
"Puede reducir sus tenencias de deuda estadounidense y el acceso a su mercado de las compañías del país. Además, el déficit bilateral entre estos países es poco significativo económicamente, especialmente porque gran parte del mismo refleja reexportaciones de bienes montados pero no producidos en China", resaltan.
Dista mucho de ser fácil
Con todas estas consideraciones, parece evidente que ganar la guerra comercial no es algo tan sencillo como dice Donald Trump y si bien reducir el déficit comercial con un país determinado puede ser una tarea más sencilla no es tan relevante para la economía.
"Los aranceles son efectivos para reducir el déficit cuando los mercados financieros no emiten una respuesta y no hay represalias, pero las ganancias disminuyen rápidamente cuando los mercados y los otros países emiten una respuesta. Una venganza del resto de economías reduce la mejora en el balance de EEUU y debilita la economía, ya que tanto las importaciones como las exportaciones caen de manera brusca", aseguran en Goldman.
"Aunque el déficit con un país es más fácil de reducir que el global, también es menos relevante. Gran parte del desequilibrio en la balanza entre China y Estados Unidos refleja el status de China como la línea de ensamblaje del mundo. Los bienes intermedios que contienen gran parte de las exportaciones del país asiático a EEUU son producidos en otro lugar, por lo que el déficit es considerablemente inferior si se tiene en cuenta solo el valor añadido", señalan en la entidad.
De este modo, concluyen que "tanto el impacto a corto plazo en la producción de Estados Unidos y en el empleo y a largo plazo en el aumento del endeudamiento con el extranjero están relacionados con el déficit general, no el bilateral. Y en relación con el déficit general, ganar una guerra comercial dista mucho de ser algo fácil".