
La complacencia del mercado vista en el primer semestre del año en la mayoría de los mercados occidentales ha llevado a los profesionales del mundo de la inversión a explorar nuevos territorios. En este contexto, las acciones japonesas, con mejores valoraciones y poco demandadas en el pasado, empiezan a hacerse un hueco en sus carteras
Si hay una eterna promesa en el mercado esa es la de que la renta variable japonesa se convierta en una oportunidad de inversión. Sin embargo, cada vez son más los gestores de fondos que consideran que quizá sea este año y al que viene cuando se convierta en una realidad y ante esa expectativa empiezan a actuar en consecuencia. Una de esas gestoras es J.P. Morgan AM. Su director de inversiones en España, Manuel Arroyo, avanzó que ya están sobreponderados en Japón en igual medida que lo están en Europa o EEUU y, a juzgar por los resultados de la última encuesta de gestores publicada por Bank of America Merrill Lynch, no parecen ser la única gestora que tiene esta visión positiva del país del Sol Naciente. De hecho, el 18 por ciento de los gestores recomienda hoy sobreponderar a la bolsa japonesa en la cartera, frente al 1 por ciento que así lo defendía en el mes de julio, el mayor cambio mensual que han hecho en sus carteras.
Entre las razones que están detrás de lo que parece ser un cambio de tendencia en la industria están las valoraciones que presenta la bolsa nipona. Según explica Johan Du Preez, gestor de fondos de M&G, "las cotizaciones de las acciones japonesas siguen por debajo de su máximo de 1989. Creemos que pueden ofrecer muchas oportunidades atractivas a largo plazo". Tantas que incluso ya hay gestores value que empiezan a mirar a Asia en general y a Japón en particular como el próximo paraíso de value investing. Entre estos inversores figuran Marc Garrigasait, gestor de Koala Capital, que incluso ha lanzado un nuevo fondo al mercado, Japan Deep Value, que invertirá en pequeñas joyas japonesas. "Nunca he encontrado activos con márgenes de seguridad tan buenos como los que vemos en Japón. Hay empresas del mercado nacional que están fuera del radar y si cae Japón aumentaríamos la exposición al mercado", afirmó en un reciente encuentro sobre value investing. De similar opinión es Francisco García Paramés, el llamado Warren Buffett español, quien reconoció en el mismo encuentro que "aunque intentamos invertir lo máximo posible en Europa, nos ha echado del mercado y no es fácil encontrar oportunidades interesantes. Ahora estamos entrando en Inglaterra y hemos ido donde está el valor y de ahí que hayamos comprado en Asia".
No en vano, en un año de rally que ha dejado prácticamente todos los activos caros, aunque interrumpido por el pulso verbal entre EEUU y Corea. Entre las principales bolsas desarrolladas, la japonesa es una de las más baratas, al situar su PER (veces que se recoge el beneficio en el precio de la acción) de 17,6 veces, frente a las casi 25 veces de EEUU. Además, se espera que sus beneficios, que van ya por su segundo año récord, sean los que más avancen en 2018 -Fidelity prevé un crecimiento del 13,6 por ciento frente al 10,3 que estiman en Europa-.
En estas buenas perspectivas en cuanto a beneficios empresariales también influye en cierto grado el giro que han dado muchas empresas niponas a su gobierno corporativo, ya que cada vez son más las que adoptan políticas beneficiosas para sus accionistas. "De Japón destacaríamos que cuenta con una política shareholder friendly, la mejora de las estimaciones de sus ganancias y la perspectiva estable para el yen. Vemos la política monetaria del Banco de Japón y la compra de acciones por parte de inversores domésticos como algo positivo", apuntan en BlackRock. Una de esas políticas shareholder friendly (cuidar al accionista) es la de remuneración a sus accionistas vía dividendos. Según los datos de Henderson Global Index, en el primer trimestre del año las compañías niponas elevaron sus dividendos un 3,3 por ciento, el mayor crecimiento dentro de los países desarrollados. Y la rentabilidad tampoco es negativa ya que, según el consenso de FactSet, las empresas que forman parte del Nikkei ofrecen a sus accionistas vía dividendos una rentabilidad media del 2 por ciento, superior a la del S&P500 a pesar de que la rentabilidad del bono a diez años japonés es muy inferior a la americano.
A la atractiva valoración y las altas expectativas empresariales se unen también otros criterios más macroeconómicos. El primero de ellos es la evolución de su economía. Como recuerda Fidelity "el PIB real consiguió un crecimiento del 1 por ciento en tasa anualizada en el primer trimestre, lo que supone el quinto trimestre consecutivo de crecimiento, la primera vez que eso ocurre en once años". Otro input positivo es la inflación, más en un país que lleva décadas estancado en la deflación. Y es que, si bien es cierto que el Banco de Japón ha tenido que retrasar hasta 2019 su objetivo de alcanzar el 2 por ciento de inflación, de momento "el IPC ha conseguido mantenerse en territorio positivo desde comienzos de 2017. Sin embargo, para que esta tendencia siga es vital que se incremente el consumo de los japoneses, lo que explica que el BoJ mantenga sin cambios su política monetaria acomodaticia en cada reunión. Eso y que el yen de momento se mantiene estable en su cruce contra el dólar".
¿Cómo participar de la recuperación?
Teniendo en cuenta que la mayoría de inversores carece de conocimientos financieros suficientes como para comprar acciones de una empresa japonesa concreta, la opción más realista sería acudir a este mercado a través de fondos, ya sea ETF o de fondos de gestión activa, en los que son los gestores los que se encargan de discernir entre las compañías con más atractivo y las que no presentan ninguno en absoluto. Dentro de este último grupo, y teniendo en cuenta la oferta a la que tiene acceso el pequeño inversor y que tengan la divisa en euros, conviene destacar productos como Parvest Equity Japan Small Cap o Invesco Japanese Equity Core, que han dado a sus inversores rentabilidades anualizada del 24 y 19 por ciento, respectivamente, en los últimos cinco años.