
La aerolínea IAG ha amanecido hoy con un incremento en el precio objetivo por parte de la casa de inversión RBC, la cual se lo ha incrementado hasta los 6,7 euros.
La firma española acumula ya unas subidas de casi un 30% en el parqué madrileño en lo que llevamos de año, lo cual la ha llevado a figurar entre las compañías más alcistas del Ibex.
Sin embargo, todavía no ha tocado techo: el consenso de analistas que cubre la evolución de sus títulos ve en ella un recorrido al alza superior a un 14%, estimando así que, a doce meses vista, el precio al que cotizan sus acciones estará por encima de los 7,5 euros.
El 55% del total de firmas de inversión que sigue a IAG aconseja comprar sus títulos. Por el contrario, el 7% de ellos se posiciona a favor de su venta, lo cual implica que las recomendaciones rojas de la compañía están en máximos del año.
Esto se debe a deterioros por parte de casas de inversión como Kepler Chevreux, la cual cambió de opinión la semana pasada en lo que a la recomendación de la aerolínea española se refiere, pasándosela de "comprar" a "retener".
Joan Cabrero, analista de Ecotrader, afirma que "IAG lleva desde mayo moviéndose lateral dentro de un amplio rango de precios". Además señala que la firma española "presenta su techo en los 6,9 euros y su zona de soporte en los 6,4 euros" y que "si pierde este soporte recomendaremos vender porque probablemente se darán caídas que buscarán la zona de los 5,7 euros".
Resultados del segundo trimestre de 2017
IAG ha obtenido entre abril y junio un beneficio neto de 540 millones de euros, un 20% superior al logrado en el mismo período el pasado año.
Sin embrago, el crecimiento de sus ventas no ha sido tan elevado, dado que la aerolínea española solo las ha incrementado, con respecto al segundo trimestre de 2016, un 4,3% hasta los 5.954 millones de euros. Asimismo, sus ingresos ascendieron a 10.888 millones de euros, un 0,9 % más que entre abril y junio del pasado año.
Desde el propio grupo aéreo destacan que "el resultado de la compañía se vio impactado de forma negativa por los tipos de cambio" ya que la libra esterlina se depreció frente al dólar y al euro, mientras que este último, aunque en menor medida, también se depreció frente a la divisa estadounidense.