
Las disidencias en el seno del Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) comienzan a ser más evidentes. El órgano encargado de dictar la política monetaria en Estados Unidos optó, como tenía previsto el 85% del mercado, por mantener los tipos de interés sin cambios, en un rango que oscila entre el 0,25% y el 0,5%. Una decisión a la que se opusieron tres de los diez altos funcionarios con poder de voto.
El círculo de halcones monetarios, aquellos que consideran que es necesario encarecer el precio del dinero ante las posibles presiones inflacionarias, hasta ahora liderado únicamente por Esther George, presidenta de la Fed de Kansas City, contó en el último encuentro de dos días celebrado en Washington con dos nuevos apoyos, el de Loretta Mester, presidenta de la Fed de Cleveland y su homólogo en la Fed de Boston Eric Rosengren, quienes consideraron que la economía estadounidense precisa de un incremento de 25 puntos básicos en su política monetaria.
Al fin y al cabo, en su comunicado los miembros del FOMC reconocieron que el contexto que justificaría una subida de tipos "se ha fortalecido" y que los riesgos a corto plazo sobre las proyecciones económicas parecen "más o menos equilibrados". Sin embargo, dadas las circunstancias, una mayor parte de los funcionarios, entre ellos la propia presidenta de la Fed, Janet Yellen, consideraron preciso "esperar a conocer más pruebas que confirmen el progreso hacia los objetivos". Metas que en el caso de la inflación debe alcanzar el 2%.
"En general, satisfechos"
Una decisión que Yellen consideró que no refleja "una falta de confianza" en la marcha económica del país. "Estamos generalmente satisfechos", dijo durante la rueda de prensa posterior. Dicho esto, una vez más, la guardiana que vela por el pleno empleo y por mantener en vereda la inflación prefirió buscar más pruebas que evidencien que los estadounidenses que buscan trabajo lo encuentren y que los precios se dirigen hacia el objetivo del 2%, un nivel que la Fed está convencida de poder lograr a medio plazo.
Sin embargo, la prisa de George, Mester o Rosengren por continuar adelante con la normalización monetaria sólo estaría justificada a corto plazo. La última reunión de política monetaria llegó acompañada de las nuevas proyecciones de crecimiento, paro, inflación y trayectoria de tipos del banco central, cifras que fueron revisadas por última vez en junio. En esta hoja de ruta puede apreciarse cómo se rebajó en dos décimas la expansión del PIB para este año, hasta el 1,8%, mientras que se elevó tímidamente la tasa de paro, hasta el 4,8%, y se redujo la inflación hasta el 1,3%.
Aún así, los miembros de la Fed consideran que los tipos de interés deberían terminar el año en el 0,6%, tres décimas por debajo de lo previsto hace poco más de dos meses. "Esperaría ver una subida de tipos este año", indicó Yellen, una declaración que implica que la Fed debería apretar la tuerca monetaria en una ocasión antes de acabar el año, probablemente en su reunión del próximo 14 de diciembre.
Para entonces, el indicador FedWatch que elabora la Bolsa Mercantil de Chicago estima que el 51,7% del mercado ya descuenta un encarecimiento del precio del dinero. Las previsiones para la reunión del 2 de noviembre, seis días antes de las elecciones presidenciales, contempla sólo un 14,5% de probabilidades de que el FOMC materialice dicha subida. Aunque la capitana de la Fed insistió en que el FOMC "no se mete en política", una subida de tipos en vísperas de la votación para elegir al próximo presidente podría generar volatilidad en los mercados y ser interpretada como un motivo político por parte del banco central.
Elecciones presidenciales a un lado, a ojos de la presidenta del banco central "la economía tiene todavía espacio para seguir avanzando". "No vemos un sobrecalentamiento por ahora", matizó. Tras su intervención, los principales indicadores en Wall Street mantuvieron las subidas moderadas, la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años cedió hasta el 1,67% y el Índice Dólar se debilitó poco más de un 0,2%.
Yellen descartó el sobrecalentamiento económico, una posición que apoyaron las proyecciones que baraja el banco central. Durante los próximos dos años, el PIB no superará el 2% mientras que la inflación no tocará el 2% hasta 2018. De hecho, según los nuevos cálculos de la Fed, el avance en 2019 de la economía más grande del mundo se reducirá hasta el 1,8%, un nivel que mantendrá a largo plazo y que se rebajó en dos décimas con respecto a las proyecciones de diciembre. Este cambio a la baja en las perspectivas también se dejó notar en la trayectoria para próximas subidas de tipos (el conocido como dot plot).
El año que viene la Reserva Federal observa los tipos en el 1,1% (cinco décimas por debajo de lo previsto) mientras que en 2018, se situarán en el 1,9% (otras cinco décimas por debajo de lo previsto en junio). De hecho, no veremos las tasa por encima del 2% hasta dentro de tres años, cuando alcanzarán el 2,6%. A largo plazo hubo rebaja de la trayectoria, pero fue moderada, de sólo una décima, hasta el 2,9%.