
John Williams, presidente de la Reserva Federal de San Francisco, ha hecho un llamamiento para que los banqueros centrales se replanteen la forma en la que operan, argumentando que EEUU ya está probando la nueva normalidad económica que pide un cambio en la ortodoxia.
El análisis de Williams se centra en la idea de que los tipos de interés neutrales (aquellos que ni aceleran ni frenan la economía) están en mínimos históricos y van a seguir en esos niveles. Para adaptarse a esta situación mejor, ha pedido que los gobiernos amplían sus programas de estímulo fiscal y que los bancos centrales olviden su política de mantener baja la inflación.
"Podemos esperar a la próxima tormenta y tener la esperanza de que haya mejores resultados o podemos prepararnos para ella y estar listos", defendió Williams en un artículo publicado el lunes por la Fed de San Francisco. Aunque no tiene derecho a voto este año en las reuniones del Comité de Mercado Abierto de la Fed en el que se deciden los tipos de interés, Williams es considerado uno de los mayores expertos en tipos de interés naturales. Además, fue el principal asesor de la actual presidenta de la institución cuando ella estaba al mando de la Fed de San Francisco.
Con este llamamiento, Williams se une a un cada vez más numeroso grupo de banqueros centrales que piden medidas fiscales y un cambio en la política monetaria después de que años de tipos de interés ultrabajos y medidas extraordinarias de todo tipo no hayan conseguido estimular el crecimiento en el mundo occidental.
Es además el segundo miembro de la Fed que pide un cambio radical en cómo opera el banco central de EEUU. James Bullard, de la Fed de San Luis, dijo el pasado mes de junio que iba a dejar de publicar previsiones a largo plazo y rebajó sus estimaciones de subidas de tipos argumentando que la economía de EEUU se encuentra en un nuevo régimen de baja productividad y bajo crecimiento.
Los comentarios de Williams llegan justo antes de que la semana que viene se celebre la tradicional reunión en Jackson Hole de banqueros centrales globales y expertos económicos para discutir sobre política monetaria.
El viejo mantra de la baja inflación
Williams asegura que el viejo mantra de la baja inflación ya no es apropiado en una era de bajos tipos de interés. "Simplemente ya no hay margen para que los bancos centrales bajen más los tipos en respuesta a un estancamiento de la economía cuando tanto los tipos de interés naturales como la inflación son muy bajos".
Ante ello, sugiere que se fije un objetivo de inflación más alto (en EEUU es el 2% desde enero de 2012, en Europa es también del 2%) o que se sustituya la práctica por otra cosa. Aquí una de las opciones sería un nivel de precios flexible o un objetivo de PIB nominal.
Aunque no es la primera vez que Williams mantiene estas ideas, su último ensayo va más allá y utiliza un lenguaje más directo, defendiendo que "estamos viendo el futuro ahora" y que "revisar los aspectos claves de los objetivos de inflación es ciertamente necesario".
Con todo, Williams es prudente y asegura que "no está pidiendo un cambio de rumbo abrupto", lo que podría ser contraproducente. "Pero ahora es el momento para que expertos y banqueros alrededor del mundo investiguen cuidadosamente los pros y las contras de estas propuestas".
El cambio demográfico (envejecimiento de la población), la menor productividad crecimiento y el hecho de los mercados emergentes estén buscando cada vez mayores activos refugio han contribuido en conjunto a reducir el tipo de interés natural, según el análisis de Williams. Esto significa que la política monetaria convencional tiene menos capacidad para estimular la economía.
Por ello, los bancos centrales tendrán que recurrir a otras herramientas como incrementar más su balance, manejar la comunicación e incluso tipos de interés negativos (algo que ya se hace en algunos países). Según él, las recesiones serán más profundas, las recuperaciones más lentas y el riego de una inflación inaceptablemente baja será mayor.
Por el lado fiscal, pide que se cree que un marco más robusto para estimular la economía en caso de recesión, ya que la política monetaria será menos poderosa. Por eso aboga por diseñar "unos ajustes de política fiscal más fuertes y predecibles que apoyen a la economía durante las recesiones y las recuperaciones", como ligar la Seguridad Social o el impuesto de la renta a la tasa de desempleo.