
Era quizás lo menos esperado. Sin embargo, una vez más -y en contra de todo pronóstico-, Mario Draghi volvió a sorprender al mercado. Lo hizo antes incluso de anunciar el programa de compra de deuda que iniciará en octubre, con un nuevo recorte histórico en el precio oficial del dinero, que bajó del 0,15% al 0,05%.
Con este movimiento de tipos, que no fue adoptado de forma "unánime" y con el que la institución dijo haber "tocado suelo", el Banco Central Europeo (BCE) gastó su última bala en política monetaria convencional para tratar de atajar los bajos niveles de inflación y reavivar el crecimiento económico europeo.
Antes, ajeno a lo que estaba por venir, el Tesoro Público español volvió a salir al mercado para colocar obligaciones con vencimiento a 10 y 30 años, con las que captó 3.007 millones de euros y pagó, como empieza a ser habitual, los intereses más bajos de su historia.
En concreto, el organismo desembolsó un tipo de interés medio del 2,27% por los títulos a una década y un 3,59% por los que tienen término en 2044. Aunque en realidad, el apetito de los inversores por la deuda española fue mucho más allá.
En el mercado secundario, donde cotizan los títulos una vez que son emitidos, las palabras de Draghi provocaron que la rentabilidad del bono español a una década descendiera drásticamente, hasta el 2,11%, tan sólo media hora después de conocer la decisión de bajar los tipos. No obstante, a medida que el mercado asimilaba las cartas desveladas por el BCE, las compras se fueron aminorando hasta dejar el interés del bono a diez años en el 2,15%.
La historia se repitió en el resto de Europa: Francia, Italia, Portugal... Con una excepción, la de Alemania, que fue el único país en el que la rentabilidad de la deuda soberana a una década repuntó ayer, al pasar del 0,95% al 0,97%. Lo que ayudó, además del menor interés que se pide a nuestra deuda, a que la prima de riesgo española cediera 13 puntos, hasta los 119 puntos básicos.
Cómo afecta a los particulares
Mientras que los efectos ya se dejan sentir en los mercados -no sólo en los de deuda, también en los de renta variable, lo cierto es que quienes apenas percibirán las consecuencias del recorte en el precio oficial del dinero son los particulares.
Por norma general, cualquier revisión a la baja de los tipos de interés que marcan la pauta en Europa suele desencadenar un tijeretazo de la recompensa que, por ejemplo, los bancos ofrecen por remunerar el pasivo de los más conservadores. Sin embargo, el margen para hacerlo es más limitado que nunca, porque la rentabilidad media que estos productos ofrecen a un año se sitúa ya en el 1,1% -y son nueve entidades ya las que entregan menos de un 1%.
El ahorro para quienes tengan una hipoteca referenciada al euribor tampoco será muy relevante. Así lo considera Fernando Encinar, jefe de estudios de idealista.com, que asegura que "el descenso no se trasladará necesariamente al euribor a 12 meses", a diferencia de lo que ocurría hace ya casi un año.
En concreto, que bajen los tipos no es sinónimo de que bajen las hipotecas desde noviembre de 2013, cuando la referencia a la que están vinculadas la mayoría en España dejó de moverse a la par que los tipos oficiales -la referencia se mueve en un rango de entre el 0,4 y 0,6% desde enero-. De manera que, en opinión de Encinar, "el ahorro (...) que puede acarrear a los hipotecados es mínimo".