
El anuncio de que Chipre podría imponer un impuesto sobre los depósitos bancarios como condición para recibir un rescate europeo de 10.000 millones termina con la promesa lanzada en octubre de 2008 en el conjunto de la eurozona de garantizar todos los depósitos de hasta 100.000 euros. Aunque el Parlamento de Chipre votó en contra de aplicar una quita a estos productos, que deja el futuro del país en el aire, se trata de un hecho sin precedentes en Europa.
El cambio en los esquemas de prelación en el pago planteado en Chipre, que grava a los depósitos antes que a otros activos considerados de mayor riesgo, da la puntilla definitiva a un producto de inversión que en España representa el 51,6% del ahorro financiero de las familias -864.000 millones de euros-; ya que el Banco de España ya dio su particular estocada en enero al conminar la rentabilidad al 1,75% a plazos a un año. Para más inri, Cristóbal Montoro también ha anunciado una tasa interestatal a los depósitos bancarios.
Aunque es inevitable que la connotación negativa que implica la participación de los depositantes en el rescate a Chipre deteriore la percepción que tiene el resto de ahorradores de la eurozona sobre este producto de inversión conviene matizar que existen determinadas particularidades en el sistema bancario chipriota que hacen difícil que una situación así se produzca en países como España.
Cuestión de matices
La primera diferencia es el peso relativo que los plazos fijos tienen sobre ambas economías. Es cierto que este producto de inversión goza con gran protagonismo en España, ya que es el país de la zona euro donde los ahorradores más invierten en depósitos. Sin embargo, el peso que tienen sobre el conjunto de la economía sigue siendo inferior a otras, como la de Chipre. Mientras que en la española suponen el 86% del Producto Interior Bruto (PIB), en Chipre los depósitos bancarios totales se elevan a 72.000 millones de euros, según los datos del Banco Central Europeo (BCE); lo que representa el 400% de su PIB. Y de esos 72.000 millones, algo más de 20.000 millones son depósitos en manos de extranjeros, sobre todo de los inversores rusos que fueron atraídos por las altas remuneraciones que han brindado hasta ahora las imposiciones en Chipre.
"Las circunstancias de Chipre son muy excepcionales. El país cuenta con un sector financiero extremadamente sobredimensionado, repleto de capitales de ciudadanos no residentes y no comunitarios (como los rusos); tiene un tamaño minúsculo y un peso en la economía europea diez veces inferior al de Grecia, lo que le confiere una fuerza negociadora muy limitada", señala Daniel Pingarrón, analista de IG. "El efecto contagio, al contrario que en otras ocasiones, es muy endeble y virtual", añade.
Además, otra particularidad que atañe al sistema bancario de Chipre, que de nuevo difiere con el español, es que la financiación de los principales bancos chipriotas se sustenta en los depósitos y en la financiación interbancaria. Ambos suponen aproximadamente el 95% del pasivo de los principales bancos de dicho país, según los datos que recoge AFI. Lo que implica que otro tipo de deuda -como la senior, preferentes o subordinada- tengan muy poco peso dentro de la estructura de pasivo. Razón por la que aplicar una quita sobre estos activos, en vez de sobre los depósitos, implica un mayor potencial de ahorro. Nada que ver con lo ocurrido en el rescate a la banca española de hasta 100.000 millones de euros, donde el reparto de las cargas se ha repartido en primer lugar entre los accionistas y tenedores de deuda subordinadas, después de que Europa lo exigiera como condición indispensable para prestación de ayuda.
No hay riesgo de contagio
"Los depositantes españoles deben estar tranquilos, los depósitos están más que garantizados", así de contundente se mostró el Ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, tras recalcar que la situación de Chipre es "especial y única" por la sobredimensión de su sistema bancario en relación a su tamaño. Sin embargo, el debate está abierto.
Con independencia de que se logre evitar la participación de los depositantes en el rescate a Chipre, por primera vez en la historia de Europa se ha abierto la posibilidad de quebrar la hasta ahora casi sagrada garantía con la que contaban los depósitos bancarios de hasta 100.000 euros. La preocupación de que esta situación siembre un precedente que sea extensible a otros países que también atraviesen dificultades económicas en un futuro, adquiere todavía más relevancia en un país como España, donde las familias tienen más de 800.000 millones de euros invertidos en este producto. El miedo "puede afectar muy negativamente a personas en países como España o Italia, ya que los propios ciudadanos podría empezar a retirar capitales y llevarlos a otros países por el riesgo a que se penalicen sus ahorros por temor a un efecto contagio y generar un caos", señalan desde XTB.
Aunque sin contar con el efecto psicológico que puede tener esta medida sobre los depositantes, aún no medible, los analistas coinciden en que el riesgo real de contagio es residual. Desde AFI apuntan que el potencial impacto sobre los depósitos no debería ser especialmente adverso, ya que con el esquema establecido en España las probabilidades de que los depositantes perdieran son muy reducidas.
Estabilidad de la UE, en juego
Aunque la garantía de los depósitos bancarios también es de vital importancia para que no se desvirtúe el espíritu de la Unión Bancaria, que gira en torno a tres puntos clave. La figura del regulador único, la recapitalización directa de la banca y por la aprobación de un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) comunitario, que garantice que un euro depositado en España, por ejemplo, tenga la misma seguridad que otro depositado en Grecia. Lo ocurrido en Chipre, sin embargo, implicaría sentar un precedente que "mandaría el mensaje de que la Unión Bancaria, cuya entrada en vigor se viene retrasando desde el verano pasado, no es en absoluto una prioridad en Europa", apunta Daniel Pingarrón.
Con el futuro de Chipre en el aire, los rumores no han hecho más que crecer, hasta el punto de que se ha llegado a especular, incluso, con su salida de la zona euro. Algo que De Guindos calificó de posibilidad "extrema, que no está en la mesa de nadie". El presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, se reúnirá con los líderes de los grupos parlamentarios para tratar de buscar una solución a su maltrecha economía. La incertidumbre que genera esta situación ha vuelto a poner en evidencia que la crisis de deuda aún esta lejos de acabar, y España lo sintió en sus carnes. El mercado volvió a poner al diferencial en el disparadero, ampliando la distancia con el italiano en 31 puntos.