En el arsenal de los bancos centrales no sólo hay armas explícitas, como las variaciones de los tipos de interés o las compras de deuda pública o hipotecaria. También hay munición implícita, intangible.
Es la que se dispara no con hechos, sino con palabras. Porque la comunicación es otra herramienta monetaria. Lo demostró ayer la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos. En apariencia, no hizo nada. Mantuvo el precio del dinero entre el 0 y el 0,25 por ciento en el que permanece desde diciembre de 2008 y siguió adelante con el programa de compras de bonos activado en agosto. Todo tal como estaba. Pero en realidad hizo mucho, porque reforzó su compromiso con la economía estadounidense. No caminas sola, vino a decirle, ya que ratificó que no dudará en emprender nuevas medidas, esta vez explícitas, si hace falta.
Tras confesar que "los actuales niveles de inflación están algo por debajo de aquellos que la Fed juzga más consistentes, a largo plazo, con su mandato de promover el máximo empleo y la estabilidad de precios", levantó la mano derecha e hizo una promesa. "[La Fed] está preparada para suministrar medidas adicionales si resultan necesarias para apoyar la recuperación económica y volver a situar la inflación, a lo largo del tiempo, en niveles consistentes con su mandato". Dicho de otro modo, redoblará sus esfuerzos monetarios con tal de evitar que la amenaza de la deflación ?caída general de los precios? se asiente en EEUU como hizo en Japón desde finales de los 90. Por el momento, los últimos datos de precios al consumo y de la producción confirman un enfriamiento de la inflación que alimenta los recelos de los miembros del Comité Federal del Mercado Abierto, el órgano de la Fed que rige la política monetaria en EEUU.
Aunque no hubo medidas concretas, el anuncio de la Fed fue bien recibido en Wall Street. El Dow Jones, que en los minutos previos registraba unos tibios números rojos, pasó a subir cerca de un 1 por ciento, para templarse luego y firmar un avance próximo al 0,5 por ciento. Más intensa fue la reacción del billete verde, que se depreció hasta los 1,328 dólares por euro, su cambio más bajo desde el 9 de agosto.
Menos crecimiento
El compromiso de la Fed encaja con la ralentización del crecimiento estadounidense. Tal como ya hizo en agosto, el banco central norteamericano certificó ayer que "el paso de la recuperación en la producción y el empleo se ha frenado en los últimos meses". Dentro de este diagnóstico, reconoce que aspectos como el consumo de los hogares y la inversión empresarial permanecen débiles.
Una vez más, el presidente de la Fed de Kansas City, Thomas Hoenig, fue la única voz discordante y reiteró su advertencia de que el mantenimiento de la política actual puede alimentar excesos crediticios y financieros futuros.