
El 21 de enero de 2008 un escalofrío recorrió Europa dando el pistoletazo al crash económico y bursátil. Aquel día el Ibex 35, ignorante de lo que vendría a partir de septiembre y octubre, registró la que por entonces fue la mayor caída de su historia, el 7,54%. Wall Street estaba cerrado porque celebraba la fiesta de Martin Luther King, pero al día siguiente abrió como si nada sucediera y en las sesiones posteriores hubo recuperación a ambos lados del Atlántico. Fue cuando se destapó aquella locura de las mayores subidas y bajadas de la historia que se repetiría en otoño.
Mucho se hablaba ya a comienzos de 2008 de los problemas de liquidez de los bancos (el rescate/quiebra de Bear Stearns vendría en marzo) y de la recesión de EEUU, que como mostró el NBER comenzó en diciembre de 2007 aunque el dato no se publicara hasta justo un año después. Sin embargo, y aunque ese día no se habló de ello, el verdadero desencadenante del pánico en Europa tuvo unos claros protagonistas: Societe Generale y su trader Jerome Kerviel.
Aquel 21 de enero, lunes para más señas, la entidad francesa comenzó a cerrar con un pretendido sigilo que se convirtió en estruendo las multimillonarias apuestas en el mercado de derivados de Kerviel. Naturalmente, el resto de operadores se percataron y comenzó a rodar la bola de nieve: liquidar cualquier apuesta alcista a toda prisa y sin preguntar y pasarse al lado corto porque algo que no era normal estaba pasando.
Societe Generale informó días después de que el supuesto fraude de un empleado le había costado 4.900 millones de euros. Fue uno de los capitulos más oscuros de la crisis y el que abrió el melón sobre las prácticas de los bancos. ¿De verdad no sabía Societe nada de lo que hacía su empleado con tanto dinero?
¿Se repetirá la historia? Un ejercicio de bolsa ficción
Ayer, 27 de noviembre, saltaba la noticia de que el Emirato Árabe de Dubai pedía una moratoria de la deuda de su holding Dubai World, el mismo que ha desarrollado algunos de los más famosos y faraónicos proyectos inmobiliarios de la región, como The Palm Islands o The Wolrd Islands. Y los mercados europeos se pusieron nerviosos, tanto que la Bolsa de Londres tuvo que cerrar por problemas técnicos durante varias horas.
¿Y qué pasaba en Wall Street? Pues que estaba cerrada al celebrarse el Día de Acción de Gracias en EEUU. Eso sí, las caídas no fueron como las de enero de 2008, pero llama la atención que el patrón se repitiera: mala noticia y EEUU de fiesta.
Así las cosas, Europa espera ansiosa el veredicto de Nueva York sobre si la moratoria que ha pedido Dubai para parte de su deuda es tan peligrosa como ayer parecían descontar los que serían los paganos del asunto, los bancos. Lo mismo que el 22 de enero de 2008: todos mirando hacía la Meca bursátil para ver si se produce la recuperación de las bolsas tal y como ya está sucediendo pasada la primera oleada de miedo.
No obstante, y pase lo que pase en el corto plazo, ¿será lo de Dubai el preludio de nuevos problemas tal y como sucedió aquel 21 de enero?. Sin duda, un buen ejercicio de bolsa ficción para los que piensan que lo de ayer fue una nueva vuelta de tuerca a una crisis que, lejos de terminarse, sigue muy viva.