
El fracking estadounidense sigue sufriendo el aumento de producción de Arabia Saudí y la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Los pozos operativos en Estados Unidos no dejan de caer, y ya han tocado un mínimo no visto desde 2021, con 442 pozos abiertos en este momento en el país. El problema para las empresas del sector en Estados Unidos es que sus costes de producción son mucho más altos que los del reino saudí, y ahora están sufriendo un petróleo en precios que nos les deja margen de ganancias. Así, hasta que la dinámica de precios cambie, parece que inevitable que la producción de crudo de esquisto en Estados Unidos continúe deteriorándose.
La estrategia de la OPEP, liderada por Arabia Saudí, está siendo clara: en abril anunciaron un aumento de producción de 411.000 barriles diarios para el mes de mayo; esta decisión se volvió a repetir para junio, y de nuevo para julio, con otros 411.000 barriles diarios añadidos a la cifra anterior, cada mes. Este incremento, que además puede continuar en los próximos meses, teniendo en cuenta la especulación de que el reino saudí está presionando para seguir inyectando más barriles, y añadir otros 822.000 barriles diarios antes de octubre, va a desembocar en una situación de sobreproducción en el mercado, que terminará, según la Agencia Internacional de la Energía, en un incremento de los inventarios mundiales de 720.000 barriles diarios en 2025 y de 930.000 barriles el año que viene.
A medida que se ha ido conociendo la intención de Arabia y de sus socios, el precio del petróleo ha caído en los últimos meses. En enero el West Texas tocó máximos del año en los 80 dólares por barril, y a principios de mayo su precio había caído casi un 29%, hasta los 57,13 dólares. Desde ese nivel ha recuperado parte de las caídas, pero en el año sigue bajando casi un 7%, hasta los 66 dólares. Durante todo ese tiempo en el que el barril ha cotizado por debajo de 65 dólares, el daño para las petroleras estadounidenses ha sido constante.
No hay que olvidar que, según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el fracking estadounidense necesita un barril en 65 dólares, como mínimo, para poder mantener un margen de beneficio. "El descenso de los precios del petróleo ha sacudido la parcela del esquisto estadounidense, con las empresas argumentando que necesitan un barril en 65 dólares, de media, para poder perforar nuevos pozos de forma rentable", explicó la agencia en abril. Esto explica la correlación directa que existe entre el número de pozos operativos en Estados Unidos y el precio del barril.
El aumento de oferta hunde al fracking 'made in USA'
En materia energética, la política de Donald Trump se puede resumir en el eslogan: 'Drill, baby, drill' (perfora, cariño, perfora). El presidente de Estados Unidos ha defendido sin complejos los combustibles fósiles y ha cuestionado las energías limpias. Quiere que el petróleo sea barato para los americanos, extrayendo la mayor cantidad de crudo posible, y que este no contribuya a alimentar la inflación.
Sin embargo, se está perforando menos con él en la Casa Blanca. Además de que hay menos actividad en Estados Unidos por las últimas decisiones de la OPEP, la política comercial de Trump tampoco ayuda. Varios analistas y directivos de la industria han apuntado a los aranceles, que dan lugar a mucha volatilidad en los precios de las materias primas, a mayores costes y a más prudencia. Para compañías como Schlumberger, Baker Hughes o Halliburton los aranceles son una traba, por varias razones. Encarecen los materiales de la maquinaria que usan para perforar y generan incertidumbre económica, lo que repercute en la demanda de petróleo.
Al finalizar 2024, había 483 plataformas petrolíferas en funcionamiento en Estados Unidos y, actualmente, 442, la cifra más baja desde 2021, según los datos de actividad que recoge Baker Hughes. Estados Unidos viene de un récord de producción con 13,5 millones de barriles diarios en el segundo trimestre de este año. Sin embargo, se espera que esta cifra tienda a la baja a medida que se van desconectando las plataformas y haya menos perforación. Desde 2022, cuando se alcanzaron 622 pozos abiertos, máximos desde la pandemia, el número de instalaciones operativas no ha dejado de caer, haciendo que casi uno de cada tres pozos eche el cierre en este periodo.
"Hemos revisado nuestras perspectivas debido a la incertidumbre de la política comercial y a la volatilidad de los precios del petróleo. Cuando, en un inicio, dimos nuestra visión sobre el gasto global en upstream, el Brent todavía estaba en torno a los 70 dólares por barril, pero ahora ha bajado al entorno de los 65 dólares. Así que, según están las cosas, esperamos que el gasto en upstream sea de un solo dígito este año. Todo esto, asumiendo que los precios se estabilicen en torno a los niveles actuales con la tregua comercial de 90 días", decía en la última presentación de resultados el consejero delegado de Baker Hughes, Lorenzo Simonelli.
Ya en febrero, Darren Woods, presidente y CEO de ExxonMobil, ponía en cifras el daño que les estaba generando la caída de los precios del crudo en sus cuentas de resultados. "La volatilidad de los precios del crudo, con el West Texas cayendo a una media de 68 dólares en el último trimestre de 2024, frente a 73 dólares del anterior, ha recortado nuestros ingresos en el segmento de producción en 800 millones de dólares. Esto se ha sufrido especialmente en nuestras operaciones de la cuenca pérmica estadounidense", destacó.
Este tipo de avisos se han repetido entre las grandes firmas de la industria. Mike Wirth, CEO de Chevron, apuntó el 6 de febrero en el mismo sentido: "En el último trimestre los precios del Brent fueron de 70 dólares por barril, 4 dólares menos que en el trimestre anterior, lo cual nos ha creado un daño de 500 millones de dólares en nuestros ingresos del negocio upstream. Nuestras operaciones de esquisto en EEUU, especialmente en la cuenca pérmica, han sufrido caídas de márgenes", explicó. Firmas como ConocoPhillips, Occidental Petroleum, Diamondback Energy, EOG Resources, Devon Energy… lanzaron comunicados similares.
Desde Schlumberger también mencionan el contexto de incertidumbre, que hace que haya menos actividad de perforación. "Vamos a seguir viendo presión a la baja", reconocía Olivier Le Peuch en la presentación de resultados. Su homólogo en Halliburton, Jeffrey Allen Miller, lanzaba un mensaje parecido. Decía que habían sido unas "semanas movidas" en cuando a los precios de las materias primas, que había que ver que acababa pasando con los aranceles y que las plataformas "estaban digiriendo" todo eso.
La política comercial de Trump y la postura de la OPEP de incrementar la producción ponen las cosas difíciles a las compañías que perforan y entorpecen el 'Drill, baby, drill'. Y todo ello se refleja en bolsa. Halliburton pierde un 20% en el parqué en lo que va de año, Halliburton baja un 8% y Baker Hughes retrocede un 5,4%.