
Donald Trump, presidente de EEUU, ha aprobado la construcción del controvertido oleoducto de Keystone XL este viernes desde la Casa Blanca. Trump anunciará este polémico proyecto junto al director general de la constructora del mismo, TransCanada.
De este modo, se pondrá en marcha un proyecto criticado por los defensores del medioambiente y rechazado por el expresidente Barack Obama, según destacan desde la agencia Reuters.
Ayer jueves se dieron las primeras pistas que dejaban entrever que hoy iba a ser el día en el que se aprobase de forma definitiva el proyecto. "Tendremos novedades para ustedes mañana" sobre Keystone, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, durante su conferencia de prensa y las noticias han llegado.
Un macroproyecto que une Canadá y EEUU
El oleoducto Keystone XL pretende transportar unos 830.000 barriles diarios de crudo sintético y bituminoso diluido desde la provincia canadiense de Alberta a distintos lugares de EEUU, incluidas refinerías de Texas en el Golfo de México.
Obama prohibió en 2015 la construcción de ese oleoducto tras una larga revisión sobre su impacto medioambiental que concluyó con la recomendación del entonces secretario de Estado, John Kerry, de rechazar el proyecto porque erigirlo podría "socavar" el papel de EEUU como líder global contra el cambio climático.
Pero cuatro días después de llegar al poder, Trump firmó una acción ejecutiva que daba luz verde a la continuación de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, otro polémico proyecto, siempre que las empresas encargadas de construirlos estuvieran dispuestas a "negociar" una serie de "términos y condiciones".
La medida firmada por Trump prometía que el Departamento de Estado tomaría una decisión sobre si recomendar o no el oleoducto Keystone en un plazo de 60 días tras recibir la petición de TransCanada, que la presentó el pasado 26 de enero. Ese plazo vencía el próximo lunes 27, y el subsecretario de Estado en funciones de EEUU.
El proyecto Keystone XL ha enfrentado mucha resistencia de grupos ecologistas, debido al poder contaminante del petróleo procedente de las arenas bituminosas, cuya producción emite un 17% más de gases de efecto invernadero que la extracción convencional de crudo.
El portavoz del Departamento de Estado ha asegurado que la agencia ha seguido el mismo proceso que atravesó para hacer la revisión medioambiental que acabó con una recomendación negativa en 2015, pero que esta vez se se han "tenido en cuenta nuevos factores", que no quiso identificar.