Internacional

El rescate de 1.000 millones de la familia real de Qatar que desató la nueva crisis del Golfo

  • En 2015 varios miembros de la familia real fueron secuestrados en Irak
  • Qatar habría financiado a terroristas e, indirectamente, a Irán
  • Arabia y sus aliados miran con recelo los movimientos de Qatar
Tamim bin Hamad Al Zani, el emir de Qatar. Imagen: Getty

Este lunes, los gobiernos de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Yemen anunciaron el cese de las relaciones diplomáticas con Qatar por "apoyar el terrorismo". Vuelos cancelados, incertidumbre o el desplome de la bolsa y el petróleo fueron algunas de las consecuencias de una decisión política que a muchos ciudadanos tomó por sorpresa. ¿Por qué habían decidido de repente cinco gobiernos romper con Doha y provocar una nueva crisis política en el Golfo? El pago de un rescate de 1.000 millones por parte de Qatar y su 'interferencia' en la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán podría haber sido el detonante.

En diciembre de 2015 unas 26 personas, entre las que había varios miembros de la familia real qatarí, fueron secuestradas mientras estaban de caza en Irak. La zona se había convertido en destino habitual entre las clases más adineradas de los países del Golfo Pérsico para la caza tradicional con halcón al ser más permisiva con este tipo de actividad que sus propios regímenes.

El misterioso secuestro, que ha durado casi 18 meses, podría no ser sino otro episodio más de la 'guerra subsidiaria' (o, en inglés, proxy) que mantienen Arabia Saudí, suníes, e Irán, chiíes, por la hegemonía de la región. Conflictos como el de Yemen o, especialmente, el de Siria, en el que ambas potencias musulmanas se colocan en lados distintos de las trincheras.

Este último y particular episodio se ha desarrollado con la participación de Kataeb Hezbolá (milicia iraquí chií afín al grupo terrorista libio del mismo nombre) y Tahrir Al-Sham, filial de Al-Qaeda en Siria que dice haberse escindido pero que según los observadores internacionales seguiría formando parte de esta organización yihadista, de base suní.

Según publica el diario Financial Times citando a diferentes fuentes de los bandos y organizaciones implicadas, fue Kataeb Hezbolá quien secuestró en diciembre de 2015 a la delegación qatarí. El objetivo era utilizar a los rehenes (se cree que estuvieron cautivos en el propio Irán) como moneda de cambio por miembros de su milicia secuestrados en Siria por Tahrir al-Sham. 

Unas negociaciones que habrían implicado también la evacuación de cuatro aldeas sirias (dos suníes y dos chíies) y la cesión de más territorio a Hezbolá. Fuentes diplomáticas añaden que esta negociación habría servido a Qatar para "encubrir" la financiación del terrorismo.

De los 1.000 millones que se calcula que puso Qatar sobre la mesa, unos 700 millones de dólares fueron pagados a Irán, que a su vez se habría quedado 400 millones, dejando el resto a las milicias chiíes que operan en Irak. Los otros 300 se destinaron a grupos yihadistas, siendo la mayoría al propio Tahrir al-Sham. Una práctica que, según el diario británico, ha venido repitiendo el emirato desde el inicio de la guerra en Siria. Poco después, en abril de este mismo año, los 26 prisioneros eran liberados.

Las 'molestias' a Arabia Saudí

Pero el envío y movimiento de tal cantidad de dinero  no pudo ser ocultada por Doha, y ante las preguntas de la comunidad internacional Qatar argumentó que se trataba un pago a Irak por "los esfuerzos" destinados a ayudar a la liberación. Sin embargo, el mismo gobierno iraquí ha señalado que no les consta que el dinero fuera para ellos, dejando en el aire la posibilidad de que estuviese destinado a grupos terroristas. En abril, Irak anunció la incautación de "cientos de millones de dólares" que llegaron "ilegalmente" en aviones qataríes, aunque no especificó si era el pago de este rescate.

El movimiento, asimismo, puede haber sido interpretado desde Arabia Saudí y sus aliados como una injerencia directa y, lo peor de todo (según su punto de vista) una forma de financiar a su principal rival en Oriente Medio, que no es otro que Irán. Qatar, mayor exportador del mundo de gas natural licuado y con la mayor renta per cápita del mundo, ha utilizado sus dólares para incrementar su influencia diplomática global y acoge la mayor base militar de EEUU en la zona.

Tanto en público como en privado, desde Arabia se acusa al pequeño emirato de utilizar propaganda, especialmente a través de la cadena Al Jazeera, para extender sus tentáculos. Sin embargo, la reciente visita de Donald Trump (y su conocida hostilidad hacia Irán), habrían dado alas a la monarquía saudí, siempre dispuesto a tratar de incrementar su poder en la región.

Las relaciones entre Qatar y otros países del Golfo ya sufrieron un periodo de tensión en 2014 debido al supuesto apoyo de Doha a Hermanos Musulmanes. Sin embargo, en dicha ocasión las medidas no fueron tan duras, y sólo implicaron la retirada de los embajadores. Ahora, tras este nuevo escándalo, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Yemen han cancelado por completo las relaciones diplomáticas.

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