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Estado de guerras económicas

Comienza la era Trump con un repliegue de inversiones hacia EEUU; lo que se une a las críticas sobre la gestión de Bruselas en los asuntos económicos europeos. El ministro de Turismo mexicano, Enrique de la Madrid, de paso por la capital de España, comenta que México tiene vida comercial fuera de EEUU, aunque, de momento, las exportaciones mexicanas dependan en un 75% del socio americano.

La premier británica Theresa May anuncia un Brexit "duro", y amenaza con una "guerra fiscal" si no recibe el trato que espera de la UE. El presidente chino, Xi Jin-ping, asegura que en "una guerra comercial no ganaría nadie"; lo que sugiere una "guerra fría económica" entre China y EEUU. Marine Le Pen clama en Francia por más nacionalismo, e incluso propone la salida del euro.

Italia no se ha sobrepuesto aún del referéndum promovido por el anterior primer ministro, aunque dada la tradicional capacidad de influencia de ese país, sigue manteniendo relevantes posiciones en la gestión de la UE, donde la elección de Antonio Tajani como presidente del Parlamento Europeo se suma al poder de Mario Draghi en el BCE.

Alemania encara unas difíciles elecciones legislativas bajo la sombra de un terrorismo yihadista de difícil control, que podría volver a actuar aumentando más el sentimiento nacionalista en el país. Los precios del petróleo no demuestran sino la "lucha" que se libra entre Arabia Saudí y los productores americanos de fracking; un conflicto que augura nuevas tensiones económicas globales.

Rusia ha desplazado a EEUU de su posición en Oriente Medio y aparece como un enemigo a batir, con la particularidad de que los europeos no son conscientes de que necesitan disminuir sus dificultades geopolíticas con ese país. No seguiremos.

El mundo, se mire por donde se mire, ha entrado en una fase desconocida. Nada se parece a lo que hemos vivido en los últimos 30 años.

Lo anterior se une a un permanente estado de "guerras económicas". Es uno de los desajustes de la globalización. De ahí el despliegue de sistemas de inteligencia económica que muchos países han desarrollado en defensa de sus intereses.

La economía, como en el pasado lo fue el armamento militar, es hoy un elemento esencial en el ejercicio del poder, que se apoya en sofisticados sistemas de inteligencia y se soporta mediante instrumentos financieros o monetarios, restricciones comerciales o presiones políticas en el contexto internacional, así como complejos mecanismos de ciberinteligencia dirigidos contra múltiples objetivos con el fin de debilitar a los países considerados enemigos.

Múltiples son las informaciones que saltan a diario en este sentido, donde se encuentran los protagonistas de siempre: EEUU contra China o Rusia, o al revés. Donde los medios de comunicación, unas veces por desconocimiento, y otras por intereses de parte, son los convidados necesarios en un escenario de luchas económicas donde los amigos acaban enfrentados y donde los enemigos recrudecen sus posiciones.

Los casos son tan numerosos que se podría escribir una enciclopedia. Baste el ejemplo de los ataques que sufre la industria automovilística europea desde EEUU; a lo que, de forma incomprensible, se suman las autoridades europeas con la inestimable colaboración de ciertos grupos políticos de izquierda (¡quien lo diría!), y la colaboración de algunos medios de comunicación que beben las informaciones de interesadas fuentes procedentes de aquellos que buscan debilitar uno de los ejes económicos europeos más competitivos a nivel global.

Ahí estaría, por ejemplo, el último caso de Renault-Nissan, precedido antes por el de Volkswagen. Donde, para saber lo que hay realmente detrás de este asunto, es suficiente leer el completo informe realizado en junio de 2016 (Les dessous de l'affaire Volkswagen) realizado por analistas de la prestigiosa escuela de negocios francesa especializada en la formación ejecutiva en inteligencia económica.

La "Escuela de Guerra Económica", como así se denomina, demostró con múltiples datos el porqué de los ataques a Volkswagen.

Tanto los protocolos de los ensayos utilizados, como los vehículos puestos a prueba (un VW Jetta y un VW Passat con 7.500 kilómetros y 24.500 kilómetros, respectivamente), los instrumentos de medida instalados en aquellos (con pesos superiores a los 300 kilos en cada caso, que no permitían cerrar los maleteros), los itinerarios elegidos para las pruebas, o los carburantes usados, despiertan más que razonables dudas sobre la fiabilidad de los tests.

Un story telling muy efectivo, sin embargo, pero de dudosas intenciones. Se trata de un nuevo escenario en el que se hace imprescindible, para las empresas y los estados europeos, disponer de eficaces organizaciones de inteligencia económica imbricadas en su estrategia. Algo imprescindible hoy, pero ausente en la mayoría de los casos.

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