
La fotografía que mejor refleja el capitalismo de amiguetes instaurado en España por los políticos corruptos y sus socios es aquella en la que aparecen el presidente del Gobierno de turno junto con cualquiera de los presidentes de las compañías de Ibex.
Sorprendentemente, esta foto habitual se reproduce con asiduidad, y aparece en los medios de comunicación de forma normalizada. Sin embargo, el significado que proyecta la imagen, que representa la corrupta conexión entre el poder económico y el político, indigna a los españoles de bien.
Sobre todo, teniendo en cuenta que los oligarcas de la casta y la élite financiera gozan de una total impunidad judicial, por culpa de la politización de los altos tribunales de justicia españoles, que permite que los acuerdos entre corruptos permanezcan blindados, perpetuándose legislatura tras legislatura.
Gran parte del trabajo corporativo de estos grandes directivos consiste en presionar al Gobierno para conseguir contratos públicos y subvenciones, así como una legislación favorable para los intereses económicos de las compañías a las que representan.
Puertas giratorias
Para conseguir tales privilegios, algunas de estas empresas recurren al pago de comisiones a los políticos, y a la apertura de las corruptas puertas giratorias, sentando en sus consejos de administración a expresidentes, exministros... como contraprestación y en agradecimiento a los servicios prestados.
Sin embargo, este sistema ha provocado una desestructuración económica y social que se ha traducido en desigualdad, paro estructural, pobreza... Mientras las cuentas de las grandes empresas del Ibex muestran un beneficio deslumbrante y creciente, millones de españoles sufren los efectos económicos negativos de esta perversa conexión político-económica. Los más graves son los relativos al sector bancario, el energético, la telefonía y los medios de comunicación.
Pobreza energética
En virtud de lo anterior, cuatro millones de españoles se encuentran actualmente en situación de pobreza energética, un nuevo tipo de pobreza que crece en España, provocando enfermedades e incluso muertes.
El capitalismo de amiguetes, sin embargo, no se circunscribe solo entre las grandes empresas y el Gobierno: el modelo se ve replicado en otros entornos autonómicos y locales de menor nivel.
Un ejemplo bastante ilustrativo es el caso de las comisiones cobradas por los diputados del PP Federico Trillo y Vicente Martínez Pujalte. Se podría citar a muchos políticos de diversas fuerzas políticas, todos de momento legales, aunque absolutamente inmorales. Y es que es tercermundista que un político cobre de empresas privadas a cambio de hacer lobby ante la Administración.
Escapar del capitalismo de amiguetes
El PP y el PSOE no tienen ninguna intención de acabar con el capitalismo de amiguetes que campa por España, pues estos dos partidos sobreviven, en gran parte, gracias a este sistema. En el caso de que alguno de los partidos regeneradores logre acabar con el bipartidismo (el mejor posicionado parece Ciudadanos), no sabemos si sucumbirán ante los cantos de sirena de los lobbies del Ibex. Por lo tanto, la vía política está casi cerrada.
En cuanto a los medios de comunicación, la opinión pública ya es consciente de que muchos de ellos están subvencionados por el Gobierno de turno, o financiados por los propios lobbies de las grandes empresas. Por lo tanto, son pocos los que se atreven a posicionarse contra el poder.
La clave está, por tanto, en la sociedad civil, que debe concienciarse del poder que tiene en la actualidad, sobre todo desde que las redes sociales se impusieron como una de las principales formas de comunicación. Como consumidores y ciudadanos, los españoles tienen la capacidad suficiente para boicotear, desprestigiar y poner en jaque cualquier marca, por muy poderosa que sea, a través de las redes sociales.
Así, la solución pasa por destruir la reputación de aquellas empresas que estén empobreciendo a los españoles, mientras enriquecen a los accionistas y a la partitocracia corrupta.