
El drama de Europa no se soluciona con 'millones', sino con puestos de trabajo más sostenibles.
Cowboy Henk es un delirante personaje del cómic belga creado en 1981 por Herr Seele y Kamagurka, seudónimos de Peter van Heirseele y Luc Zeebroek, respectivamente. En una de sus surrealistas andanzas (que acaban de ser publicadas en España por Autsaider Cómics) nuestro protagonista cruza distraído un puente cuando algo reclama su auxilio. Se trata de un pez. Presto se lanza al agua, recoge al pez, lo arrastra hasta la orilla para hacerle un masaje cardiaco y el boca a boca. El pez muere y Cowboy Henk (sorprendido, abatido, apesadumbrado) se aleja de la escena.
Mario Draghi es un prestigioso economista italiano. Ha sido director ejecutivo del Banco Mundial, vicepresidente de Goldman Sachs en Europa, gobernador del Banco de Italia y desde el 1 de noviembre de 2011, presidente del Banco Central Europeo. Ante la amenaza de una nueva recesión en Europa, decide tomar cartas en el asunto. En una de sus últimas intervenciones promete lanzar un maná de millones a la economía para solucionar la recesión que amenaza nuestra estabilidad económica y social. Los especuladores se frotan las manos.
El PIB adelantado del tercer trimestre en Alemania ha crecido un 0,1 por ciento trimestral frente a la caída del 0,1 por ciento anterior. En términos interanuales el crecimiento se situó en el 1,2 por ciento (frente al 1,4 por ciento anterior) y coincide con las previsiones del conjunto del año. Algo más optimista es el Gobierno alemán para 2015, el 1,3 por ciento. En Francia, el crecimiento también superó las expectativas (0,3 por ciento trimestral frente a la caída del 0,1 por ciento anterior y por encima del 0,1 por ciento esperado. En los últimos cuatro trimestres se sitúa en el 0,4 por ciento frente al estancamiento que esperaba el consenso de los analistas). Un dato pone en cuestión este alivio momentáneo: el incremento de los inventarios. Los datos anualizados de inflación en ambos países constatan las gélidas perspectivas económicas a las que nos enfrentamos: 0,8 en Alemania y 0,5 en Francia. Sin embargo, la clave está en la oferta.
El drama de nuestra sociedad no se soluciona con especulación en los mercados financieros sino con generación de puestos de trabajos sostenibles. Colaboración, cooperación y flexibilidad serán la base de la nueva forma de generar productividad. ¿Serán entonces los minijobs la panacea? Depende. ¿Hablamos de trabajos flexibles o precarios? ¿Quién le pone el adjetivo? El trabajador, por supuesto. Solo él tiene la capacidad de decidir tal característica. Cuando estás jubilado y necesitas complementar tu pensión, cuando estarías dispuesto a trabajar más horas pero no te las conceden o cuando desearías conciliar pero no puedes, tu trabajo es precario, no flexible. A pesar de todo, desde 2000 los costes laborales unitarios de Alemania han aumentado el 0,5 por ciento. En Francia, el 1,9 por ciento. ¿Se puede apretar más las tuercas a los trabajadores, que son, en definitiva, los consumidores de los bienes y servicios que van a ofrecer las empresas?
Problemas de demanda se solucionan con políticas de demanda y problemas de oferta con políticas de oferta. Los problemas de Europa no son de demanda. Por mucha lluvia de millones que ofrezca el señor Draghi a los bancos, ni éstos los van a trasladar a las pymes vía financiación ni las familias se van a lanzar a un consumo desaforado que desborde previsiones de ventas y desabastezca almacenes, requiriendo nuevos puestos de trabajo para satisfacer el incremento de producción. O nos pasará como a Cowboy Henk que solicita pescados en la panadería y barras de pan en las pescaderías. "¿Por qué la gente tiene que ser tan exageradamente coherente?" se pregunta desasosegado.