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Ingresos fiscales en 2015: mejor reducir gasto

Cristóbal Montoro

Ante las previsiones actuales, es difícil que el PIB crezca el próximo año más de lo esperado.

Los Presupuestos Generales para 2015 cierran una legislatura que, como algunos reclaman al Gobierno desde sus propias filas, en lo político ha dejado bastante que desear y en lo económico presenta más sombras que luces por su escasez de reformas, su escasa ambición y su miopía respecto a las mismas o su aplicación. Miopía que, en gran medida y como en casi todo lo hecho o no por este Gobierno, procede de cálculos electorales no siempre acertados, tal como sucediera al iniciar su andadura con las autonómicas andaluzas. Habrá quien, como la vicepresidenta, diga que este Gobierno es de los que le ha tocado pagar lo que otros se permitieron gastar o, digo yo, malgastar y, a lo visto, incluso defraudar... y no sólo presuntamente. Señalo también que hay que calibrar las reformas pensando de dónde veníamos y lo logrado, por poco que parezca o sepa. Pero es que los acontecimientos desde el verano aquí, en asuntos de supuestas corrupciones y malversaciones, que ya antes venían resultando insoportables, marcan un hartazgo que debería haberse reflejado en estas cuentas públicas de 2015 sobre gastos innecesarios y superfluos, de mero nepotismo o intercambio de favores y procedentes de dejadez en acometer unas reformas de la Administración exigidas por mera transparencia y la adopción de principios del estado de derecho.

Vamos que, en algunas prácticas políticas y económicas, seguimos con estructuras heredadas del pasado, mucho antes de la democracia, a las que apenas se les ha lavado la cara o maquillado mal. Y muy mal, visto lo que, por ejemplo, sigue pasando con las cajas, instituciones manejadas por poderes públicos y leales camaradas en lo tocante a "repartos", y que algunas de ellas aún quedan como guiños a los poderes autonómicos locales, todavía con ambigüedades respecto a su propiedad o carácter. También aquí, en el sistema financiero, donde se han hecho importantes cambios y progresos, ha quedado pendiente parte de la faena y la cautela exhibida dejó hace tiempo de ser cualidad.

Entre los mayores errores, netos y sin ambages, cometidos en esta legislatura y sin que cuele la cacareada "marcha atrás" está la subida de impuestos ejecutada por este Gobierno como por ningún otro y que el intento de reparación de última hora, como ya he indicado, ni siquiera nos devuelve a la situación previa a la subida del 1 de enero de 2012. Los Presupuestos Generales del Estado de 2015, como antes el Programa de Estabilidad presentado a Bruselas en mayo pasado, así lo expresan al calcular o prever incrementos de la recaudación que no sólo, ni principalmente, provienen de la ansiada recuperación de la actividad y las transacciones económicas, aunque ésa pueda haber supuesto realmente un respiro para los ingresos públicos, sino de la propia reforma tributaria global de la legislatura: primero al alza en diversas medidas y ocasiones durante los tres primeros años y luego revisada en parte a partir de enero de 2015.

Un incremento del 5,4 por ciento estimado de recaudación en los ingresos tributarios, hasta los 186.112 millones de euros (244.426 millones si incluimos las prestaciones a la seguridad social), cuando se estima que el PIB crezca a una tasa del 2 por ciento, es posible y factible, ¡faltaría más! Pero indica que la estructura impositiva será, en conjunto, más mordaz u opresiva.

O también, si tales previsiones de ingresos tributarios se hacen fiándolo prácticamente todo, como se dice, a la recuperación de Sociedades (aumento estimado del 5,6 por ciento o del 20,4 por ciento si se compara con lo recaudado en 2014 por dicho impuesto) e IVA (crecimiento esperado del 9,9 por ciento y un total de incremento del 17,2 por ciento en la recaudación de impuestos indirectos), como resultado de más producción, actividad y empleo, entonces el Gobierno está pensando en realidad en un alza del PIB más próximo al 2,5 por ciento, que supere la previsión oficial como parece ocurrirá en 2014.

De aquí a más de un año, cualquier cosa puede suceder. Realmente puede que nuestro crecimiento económico mantenga el ritmo de crucero o que las medidas cortoplacistas del BCE tengan los resultados esperados por un tiempo... suficiente hasta las elecciones. Pero con la información y previsiones que disponemos en este momento, las debilidades externas (otros países y socios comerciales) e internas de nuestra economía hacen difícil pensar en una futura superación de las previsiones para 2015. No obstante, esas mismas previsiones para 2015 sobre el futuro crecimiento de las principales economías a las que exportamos no sólo no empeoran sino que podrían recuperarse ligeramente.

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