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OCDE: educación y empleo

  • Solucionar el fracaso escolar es prioritario

Las recientes conclusiones de la OCDE sobre el Panorama de la Educación y las Perspectivas para España revelan datos que conviene tener en cuenta por quienes diseñan políticas educativas a largo plazo y por el conjunto de la sociedad española, porque se trata de una materia no solo sensible sino de capital importancia en la estructura interna y el futuro de los países.

La situación de la educación no es nunca una foto, es siempre una tendencia, una dinámica que enraíza el futuro y que lo determina. Y uno de los datos sobre los que más se ha insistido es que la tasa de paro entre jóvenes con educación de ciclo superior es el triple en España que en la media de la OCDE. El dato no puede ser tenido en cuenta así, sin más argumentos y sin otros comentarios porque en el conjunto de la OCDE se encuentran países de muy diversa índole, con condiciones muy diferentes a las españolas y en esta materia no resulta plenamente homologable la sencilla aplicación de porcentajes. Por ejemplo, la transición de la educación al mercado laboral no está influida solamente por la duración y la calidad de la enseñanza recibida, ni tan solo o además por la situación laboral del país, sino también por la pirámide poblacional, los movimientos migratorios y por el propio entorno socioeconómico. Por tanto, el dato, con ser importante y sin duda de enorme relevancia, no transmite automáticamente la idea de que la enseñanza en España es menos útil o peor que la media de la OCDE o que las condiciones del mercado laboral hacen inútil o desesperanzador el esfuerzo educativo.

Tasa de paro

Muy al contrario, como el propio informe reconoce, una alta tasa de paro, como la española, disminuye el coste de oportunidad de la educación y los jóvenes tienden a mantenerse en ese estatus más tiempo lo que probablemente favorece la preparación de quienes lo hacen frente a los niveles educativos de otros países.

El verdadero problema, el énfasis negativo es, sin embargo, que en España, el porcentaje de jóvenes entre 15 y 19 años que no están estudiando y están desempleados es un 7 por cien, más del doble de la media en la OCDE, debido claramente a la tendencia, ligada al alto índice de fracaso escolar, de abandonar los estudios a edad muy temprana, aun sabiendo las dificultades que puede representar en estos momentos iniciarse en el mercado laboral.

Por su parte, la proporción de jóvenes que ni trabajan ni estudian se sitúa en un 33 por ciento en España, la cifra más alta entre los países considerados. Pero mientras este dato puede hacer pensar que el problema esencial se encuentra en la difícil situación del mercado de trabajo, la realidad puede ser más compleja y con seguridad apunta al hecho de que la educación recibida no se corresponde con las demandas de las empresas. Se estudia un poco en el vacío, sin instrumentar la docencia para orientarla a las necesidades reales del mercado de trabajo. Solucionar estos dos últimos aspectos -el fracaso escolar y el enganche de la escuela con el mundo del trabajo- debería ser la prioridad que nos haga ganar el futuro. Y ambas cosas tienen su diagnóstico y sus remedios. Solo es preciso un ejercicio aplicativo.

Juan Carlos Arce, profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social

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