Almirall ve la luz al final del túnel en el que se ha convertido su año 2017 por la crisis de ventas que vive en EEUU. Aunque la compañía sigue con su agujero en la filial estadounidense, los resultados del tercer trimestre presentados ayer muestran que los Gallardo han conseguido al menos parar la hemorragia americana y, además, el resto de negocios empieza a empujar al grupo. Así lo entendió también ayer el mercado, que premió a la catalana con una subida del 7 por ciento en el valor de su acción en bolsa.
Incluso el nuevo consejero delegado de Almirall -el anterior fue relevado del cargo al poco de estallar la crisis en EEUU- anunció la posibilidad de poder realizar una nueva adquisición de compañía. "Tenemos un balance saneado que nos permite focalizarnos en adquisiciones orientadas a aumentar la masa crítica en mercados clave y en licencias de activos en última fase de desarrollo. Bajo mi dirección, analizaremos en profundidad los objetivos potenciales de crecimiento inorgánico", afirmó Peter Guenter.
De todas formas, la farmacéutica cerró los nueve primeros meses del año con unas pérdidas de 99,7 millones de euros que contrastan con el beneficio de 103 millones que cosechó en el mismo periodo de 2016. Aunque también es cierto que su resultado neto normalizado -excluyendo extraordinarios- es positivo y alcanza los 22,6 millones. La firma reafirmó su previsión para el año, con una disminución de doble dígito bajo en ventas e ingresos.