
La vendimia de este año en Cataluña ha marcado su récord histórico de inicio, a principios de agosto, y ha acabado con el mes de septiembre, cuando tradicionalmente lo habitual era finalizar hacia mediados de octubre. Pero el cambio climático, que las bodegas ven muy claro en forma de aumento de las temperaturas y disminución de las lluvias, ha comportado una reducción del 30% en esta cosecha, si bien el sector coincide en que la uva recogida es de buena calidad. Descubra lo que puede encontrar en la revista gratuita Catalunya (PDF).
"Todo se ha adelantado entre 10 y 15 días respecto a años anteriores, y hace cinco años que recogemos en fechas impensables hace dos décadas. Tenemos hasta que cambiar el convenio laboral para mover las fechas de las vacaciones, que eran entre mediados de julio y mediados de agosto", explicó a elEconomista el director técnico y enólogo de Segura Viudas, del Grupo Freixenet, Miquel Salarich.
Las altas temperaturas de este verano, junto con la escasez de lluvias de esta temporada, han provocado que las viñas acelerasen el proceso de maduración de la uva, adelantando la vendimia hasta fechas inusuales, y eso no gusta en el sector. Desde Bodegas Torres alertan de que el adelanto de la vendimia de 10 días o más que se está dando en los últimos años "podría llegar a influir en la calidad de los vinos", ya que se podría producir un desequilibrio entre la madurez de la uva y el contenido en azúcares, lo que dificultaría el trabajo de los enólogos para mantener una calidad constante.
Riego para las viñas
"Donde hay regadío hay un margen muy importante para mitigar las sequías, pero en los terrenos de secano será un problema importante en los próximos años", reconoce el responsable de viticultura de Raimat (Grupo Codorníu), Joan Esteve. Y Bodegas Torres también comparte esta visión, calificando al cambio climático como "la amenaza más grande a la que se enfrenta hoy el sector del vino en general", y concreta escenarios.
En su programa ambiental Torres&Earth, recoge predicciones de expertos que apuntan a que, en 2100, las temperaturas podrían aumentar entre dos y cinco grados, y pronostica que "si se consigue contener el calentamiento global a dos grados, la viticultura sería capaz de adaptarse", mientras que "si el aumento es superior, las consecuencias podrían ser desastrosas para la viticultura tal y como la entendemos hoy". En el Penedès, la temperatura media ha subido un grado en los últimos 40 años, según los datos de Torres, que recalca que la viña es una planta "extremadamente sensible" a los cambios de temperatura.
"El cambio climático es una realidad, y el riego es la salvación ante la falta de pluviometría, pero el Penedès no tiene", lamenta Salarich, de Freixenet. Otras regiones tradicionalmente de secano, como las de las comarcas de Lleida, han ido desplegando regadío gracias a infraestructuras hidráulicas, como el canal de Urgell y el Segarra-Garrigues, y las viñas allí están proliferando.
En cualquier caso, las bodegas no son un convidado de piedra ante los efectos del cambio climático, y hace unos años que empezaron a tomar medidas. Aparte del riego donde es posible, también inciden en otros aspectos de la gestión de los cultivos para minimizar las repercusiones del calentamiento global. Un ejemplo es la poda, de manera que las hojas de la viña hagan sombra a los racimos, protegiéndolos del sol y reduciendo la temperatura para evitar golpes de calor.
La diferencia de temperatura entre el sol y la sombra con esta técnica puede alcanzar los seis grados, lo que es clave, ya que la producción se ve afectada cuando se superan los 30 grados de manera sostenida durante muchas horas, lo que ha pasado en diversas ocasiones este verano.
Cultivos a mayor altitud
Otra vía en desarrollo para combatir los efectos del cambio climático en los viñedos es plantar a más altitud sobre el nivel del mar y en otras latitudes del planeta, buscando terrenos con un clima más fresco, aunque no demasiado, para evitar otro enemigo de la viña: las heladas. También se están aplicando técnicas de cultivo y de laboratorio para retrasar la maduración de la uva.
La recuperación de algunas variedades de uva ancestrales también es una apuesta de los viticultores porque han detectado que son más resistentes a la sequía y las altas temperaturas.
Compromiso industrial
Las bodegas no solo combaten los efectos ya patentes del cambio climático en los cultivos, sino que han tomado medidas para reducir su impacto ambiental en la elaboración de los vinos y cavas y contribuir a la lucha contra el calentamiento global. Tienen mucho en juego, su materia prima, y por ello miden, reducen y compensan sus emisiones de CO2, y han impulsado alianzas privadas y públicas.