
En plena batalla accionarial por el control de la compañía entre las distintas ramas familiares, Freixenet redujo sus ventas el pasado ejercicio al mismo nivel que en 2010. En el último año, su facturación se contrajo un 5,4%, hasta 503 millones de euros, lo que provocó que el resultado de explotación cayera de 14,3 millones a 4,7 millones de euros y el beneficio neto se dividiera por tres: de 7,6 millones a 2,1 millones de euros.
Aunque la empresa sigue siendo rentable, ha aumentado su apalancamiento, incrementando el pasado ejercicio un 23% la deuda a corto plazo. Según consta en el informe de gestión depositado en el Registro Mercantil, cerró el pasado 30 de abril con unos compromisos financieros a menos de un año por un importe total de 188,9 millones de euros frente a 151,8 millones el año anterior. Del mismo modo, la deuda a largo plazo ha aumentado un 8,7%, hasta los 137,3 millones de euros.
Desde Freixenet explican que el incremento de la deuda a corto se debe a que en 2014 aumentaron las compras de aprovisionamientos -por ejemplo de botellas- en previsión de un incremento de las ventas este ejercicio. Fuentes de la compañía sostienen que con dos tercios del ejercicio cerrado -en él ya se incluye el consumo de Navidad- en el que se cerrará el próximo 30 de abril las ventas mejoran respecto al año anterior. Parte de este aumento se debe a que la caída de los ingresos sufrida en Alemania en 2014, se ha revertido.
80 millones en vencimientos
Freixenet tenía que afrontar este ejercicio, hasta el cierre el próximo 30 de abril, unos vencimientos de 79,3 millones de euros. No obstante, fuentes de la compañía explican que la cifra es menor, aunque, en cualquier caso, no la precisan.
El año que viene los vencimientos son más bajos, de 43,9 millones y en 2018 se reducen ya hasta los 9,6 millones de euros.
La caída de la facturación y del beneficio y el incremento del pasivo coinciden con el enfrentamiento abierto por una de las tres ramas familiares -los Hevia Ferrer- que están en desacuerdo con la gestión y que han planteado la venta de su 29% en el capital si no logran tomar el control.
Según adelantó La Vanguardia, otra de las ramas familiares, los Ferrer Noguer quiere mantener la situación actual y no vender. En la tercera, la de los Bonet Ferrer, ha surgido una fuerte división entre los que apoyan la toma de control por parte de Enrique Hevia al frente de los Hevia Ferrer, y los que apuestan por mantener la actual situación.
Fuentes próximas a la compañía mantienen, no obstante, que las discrepancias no son nuevas y que aunque ha sido ahora cuando los Hevia Ferrer han puesto el problema encima de la mesa, llevan ya años criticando la gestión, al frente de la cual está el presidente de la compañía, José Luis Bonet.
Desde la empresa explican que ningún miembro de la familia ha presentado ninguna oferta en el consejo y que no está previsto que se celebre ninguno hasta marzo.
Freixenet ha pérdido cuota de mercado en los últimos años debido al boicot comercial en distintas partes de España y también en Cataluña, ya que su presidente se ha pronunciado firmemente contra el independentismo. No obstante, principalmente ha sufrido por el avance de cavas con menor precio, como Jaume Serra, propiedad del grupo J. García Carrión.