
La urgencia de Abengoa por acelerar el plan de desinversiones puesto en marcha por 500 millones de euros y la ampliación de su capital en 650 millones tiene una explicación. La compañía de ingeniería sevillana debe afrontar vencimientos de deuda hasta junio del año que viene por un importe de 1.900 millones de euros, según queda reflejado en el último informe remitido por la propia compañía a la CNMV.
Los compromisos de pago con las entidades de crédito ascienden a 566,6 millones de euros y la deuda por la financiación de proyectos a 487,6 millones. Pero a eso hay que sumar, además, vencimientos de bonos y obligaciones por un importe de 846,3 millones más. Tan sólo en el segundo semestre de este ejercicio, la compañía tiene vencimientos por 956,4 millones.
De momento, y a pesar de las dificultades para cerrar la ampliación de capital, la compañía está cumpliendo con las condiciones pactadas con la banca. Para asegurarse un nivel adecuado de capacidad de pago en relación con su generación de caja, la compañía tiene establecido ante las entidades financieras el cumplimiento de un ratio de endeudamiento de deuda sobre ebitda. El límite máximo de dicho ratio, establecido en los contratos y aplicable para los ejercicios a partir de 2014, es de 2,5 veces. A 30 de junio, el ratio financiero de endeudamiento era de 1,8, por lo que la compañía cumplía así con los objetivos previstos.
Deuda diversificada
Fuentes oficiales de la empresa insistieron ayer, por otro lado, en que "la deuda está muy diversificada, con múltiples líneas en muchos países y con muchas instituciones diferentes, incluyendo una parte importante en líneas que se renuevan normalmente de manera rutinaria." En este sentido, la empresa descarta cualquier tipo de preocupación por los vencimientos y asegura que "para una parte significativa de los vencimientos ya contamos con compromisos de renovación y refinanciación". Además, "esperamos poder continuar con otras renovaciones en el curso ordinario del negocio", insiste Abengoa.
Tras el desplome en bolsa sufrido después del anuncio de la ampliación de capital el pasado 3 de agosto, cuando perdió un 48% de su valor, la compañía sigue recuperando poco a poco terreno. Ayer, la acción subió un 3,4%, hasta 1,06 euros por título.
Eso no ha evitado, sin embargo, las dudas sobre su ampliación, con la negativa de Merril Lynch, Citi y Société Générale a asegurar la misma y el road show por medio mundo de los principales directivos para buscar inversores, a la espera de la posible entrada de BlackRock, First Rerserve y el fondo soberano de Abu Dhabi.
Lo peor para Abengoa es que se está enfrentando también a una salida masiva de directivos. El pasado martes se supo que Eduard Soler, el director financiero de la filial en Estados Unidos, abandonaba la compañía, por motivos personales. Pero no es el único. También han salido Manuel Fernández Maza, del área financiera de Abengoa USA; Francisco Lebrero y Paulina Jung, del área financiera; Barbara Zubiría, de relaciones con inversores, y Enrique Barreiro, de desarrollo de negocio. Y las fugas parecen no haber acabado todavía.