
Panrico comienza a ver la luz al final del túnel. Después de haber sumado unas pérdidas desde el año 2008 por un importe total de 808,3 millones de euros y ver cómo sus ventas se reducían casi a la mitad, la empresa encamina por fin la senda de la rentabilidad. El año pasado los números rojos se han reducido ya desde 80 millones a tan sólo 5,5 millones, lo que supone casi un 94 por ciento menos. Y, según confirman fuentes de la compañía, "este ejercicio se alcanzará un ebitda o resultado bruto de explotación de 20 millones, logrando además por primera vez en ocho años beneficio neto.
En menos de dos años, Carlos Gila, consejero delegado, ha conseguido evitar la quiebra y liquidación definitiva de la empresa, garantizando su viabilidad futura. Desde su nombramiento en septiembre de 2013 al frente del grupo de bollería, propietario de marcas además de Panrico, como Donuts, La Bella Easo o Bollycao, Gila ha conseguido sacar adelante un ambicioso plan de reestructuración, que implicó reducir los sueldos y recortar plantilla. En mayo del año pasado, la Audiencia Nacional validó el ERE, que implicaba 745 despedidos, pero no consideró justificado que 79 se pospusieran al año 2015 y 76 al 2016. La sala de lo Social estimó así parcialmente la demanda de CCOO, pero el sindicato no se dio por satisfecho y presentó un recurso ante el Tribunal Supremo, que es el que tiene ahora la última palabra.
Aunque con las fuertes pérdidas acumuladas en los últimos años, todos los expertos jurídicos consultados por este periódico consideran que sería muy extraño que el Supremo tumbara ahora el ERE, lo que dejaría a la compañía en una situación muy complicada, la incógnita está en saber qué pasará finalmentecon esos despidos diferidos, que formaban parte de un plan de externalización de los servicios logísticos.
Panrico, que ha reducido rutas de reparto, apostando además por productos más pequeños y económicos, redujo sus ventas el año pasado un 22 por ciento, pero consiguió aplicar un severo ajuste a los costes. Los gastos de personal disminuyeron un 40 por ciento, hasta 65,8 millones, y los de explotación otro 20 por ciento, hasta 161 millones. El futuro empieza así a despejarse.