Agro

El aceite de oliva español lidera la lucha contra el cambio climático

La Interprofesional del Aceite de Oliva participa en un proyecto europeo para calcular la huella ambiental de los aceites de oliva y su contribución a la reducción de gases de efecto invernadero.

El sector del aceite de oliva español, a través de la Interprofesional del Aceite de Oliva, lidera el proyecto europeo PEF Olive Oil Pilot, una iniciativa para calcular la huella ambiental del aceite de oliva y así conocer su contribución al control de los gases de efecto invernadero implicados en el cambio climático.

El cambio climático es una realidad que ningún científico pone ya en duda. Es más, esta amenaza es una de las grandes preocupaciones actuales de los europeos, de tal forma que una gran proporción de consumidores tienen en cuenta el efecto sobre el medio ambiente de sus decisiones de compra.

El Eurobarómetro 367, Attitudes of Europeans towards building the single market of grenn, estableció que el 80 por ciento de los europeos compran productos respetuosos con el medio ambiente a menudo u ocasionalmente. De hecho, el impacto ambiental es determinante para la decisión de compra, justo después de la calidad y el precio como criterios prioritarios. Parece evidente que aquellos sectores económicos que comuniquen eficazmente la información ambiental de sus productos tendrán una ventaja respecto a sus competidores. Así, productores, industrias y cadenas de distribución se lanzaron en tromba a llenar el vacío de información que tenían los consumidores. Se estima que a nivel mundial existían más de 400 ecoetiquetas en el año 2013. Y sólo para la trasmisión de la huella de carbono (GEI), se identificaron más de 80 iniciativas tanto públicas como privadas en la UE.

Dudas para el consumidor

Se trata de un número tan alto que es comprensible que el consumidor tenga dudas sobre la veracidad de lo que pregonan. Así lo asume la gerente de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español, Teresa Pérez, quien asegura que es "una dispersión que lejos de ayudar al consumidor, crea confusión. Por esa razón aplaudimos la decisión de la Comisión Europea de lanzar las líneas piloto para definir las guías y reglas de categoría para calcular el impacto ambiental del aceite de oliva y, a partir de ahí, desarrollar un etiquetado que sea fácil de entender por el consumidor y tenga validez, al menos en un primer momento en la UE, pensando en que más adelante pueda ser aceptado en todo el mundo".

En este contexto, se enmarca la estrategia de la Comisión Europea The Single Market for Green Products Initiative, que establece y recomienda un único método para medir la huella medioambiental de un producto (Product Environmental Footprint-PEF) o de una organización (Organization Environmental Footprint-OEF) con enfoque a su ciclo de vida. Una estrategia que ha de basarse en la transparencia, fiabilidad, totalidad, comparabilidad y claridad. Está previsto que el proyecto piloto del aceite de oliva culmine a principios de 2017 y en él participan empresas, centros de investigación e instituciones de países productores como España, Italia, Grecia y Portugal.

Para la Interprofesional del Aceite de Oliva, ante todo, este proyecto debe superar el actual modelo imperante en todo el mundo a la hora de medir la huella ambiental, que tan sólo refleja el impacto negativo del ciclo de vida del aceite, obviando el importante papel que juega la agricultura y el olivar en la lucha contra el cambio climático, actuando como sumidero de CO2. Veámoslo con las cifras en la mano: según los datos que el Consejo Oleícola Internacional aportó en la Cumbre del Clima celebrada en noviembre en Marrakech, los técnicos estiman que el ciclo de vida de un litro de aceite de oliva, desde que se produce hasta que se consume, genera una media de 1,5 kilos de CO2.Pero las cosas cambian de forma radical cuando introducimos en la ecuación la capacidad de este cultivo para fijar carbono atmosférico, nada menos que 11,5 kilos de CO2 por cada kilo de aceite producido, optimizando las prácticas del cultivo. Un saldo a todas luces muy positivo, que confirma el papel que el olivar va a jugar en la lucha contra el cambio climático. Es más, el COI recuerda también que la fijación de carbono redunda en la biodiversidad y en la capacidad del terreno de almacenar agua, por lo que ayuda a combatir la desertificación que amenaza a amplias zonas del Mediterráneo. Más si cabe en España, que atesora más de 2,5 millones de hectáreas de olivar de los 5,5 millones de hectáreas existentes en la Unión Europea.

Por todo ello, Teresa Pérez asume que este es un proyecto estratégico para nuestro olivar y el olivar de todo el mundo: "No podemos olvidar que cada año que pasa la PAC se vuelve más verde. Una valorización medioambiental del aceite de oliva está llamada a ser, en un futuro inmediato, un nuevo atractivo para un consumidor que no sólo quiere un producto de calidad y sano, sino también sostenible. Que se reconozca el efecto de captura de CO2 en el suelo del olivar es un argumento diferencial al que tendremos que sacar partido para hacer crecer nuestra categoría frente al resto de aceites vegetales. La huella medioambiental del aceite de oliva será un espaldarazo para un sector que aspira a que el mar de olivos sea reconocido como patrimonio de la humanidad por ser el bosque humanizado más grande del planeta".

Ecoetiquetado transparente

En esta línea, el sector del aceite de oliva español se une a esta iniciativa de la Comisión Europea con el fin de poder comunicar al consumidor el verdadero papel que juega el olivar en la lucha contra el cambio climático, bajo un lenguaje universal e inequívoco reportado en un ecoetiquetado claro y transparente. De hecho, los casos de estudio del cálculo de la huella ambiental de los aceites de oliva se han realizado gracias a la colaboración de tres de los grandes actores de la producción y comercialización de aceites de oliva: Borges, Acesur y Dcoop. Las tres empresas han analizado la huella ambiental de la unidad funcional definida en cada caso, recopilando de todos los datos de inventario tanto de flujos entrantes de materiales y energéticos que son demandados a lo largo del ciclo de vida de los productos, como los flujos de salida: residuos, emisiones, etc. Así, la experiencia de cada una de las empresas permite testar la guía de cálculo de la huella ambiental de este producto mediante aplicación de las reglas de categoría del producto (PEFCR) propuestas en este proyecto piloto.

En la primera mitad de 2017 se completará el proyecto con los ajustes que sean precisos derivados de los casos de estudio y de las aportaciones de los distintos grupos de interés, y la validación externa.

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