Banca y finanzas

Los intereses de BBVA en el negocio de los bitcoins

Los bancos están alertando con insistencia en las últimas semanas sobre los peligros de la burbuja de los bitcoins y las criptomonedas. También algunas autoridades, entre ellas la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En este escenario resulta extraño que BBVA se mantenga al margen de las advertencias e, incluso, pese a la espectacular subida de su valor en 2017 considere que aún es un producto financiero o de inversión -que es en lo que se ha convertido- "sólido". Tanto que podría llegar a compararse con el oro, según las palabras de su consejero delegado, Carlos Torres.

Cierto es que los bancos atacan con dureza a estas monedas porque, de consolidarse, podrían arañar una tarta importante de su negocio, el de los movimientos de efectivo y transacciones, y que nadie sabe que va a ocurrir en un futuro con este nuevo mercado, pero también es relevante que BBVA, en el marco de su estrategia por la digitalización y las fintech, venga apostando por el triunfo del bitcoin desde hace años.

En 2015 su fondo de inversión en plataformas financieras online fue vital para el fortalecimiento de Coinbase, una de las principales startups que permite la compra y venta de esta divisa virtual en distintos países, entre ellos EEUU y España. Entonces participó en una ronda de inversión de 75 millones de dólares junto a otras serie de fondos. Y está presente de manera indirecta, al menos, en Revolut, una firma que anunció a principios de diciembre el lanzamiento de un servicio para que sus clientes operen con bitcoins y otras monedas similares.

La apuesta de BBVA por este ecosistema que es además, opaco es clara, aunque de momento su riesgo económico no es demasiado elevado. De fracasar perdería sólo unos cuantos millones de euros, mucho menos que con otras aventuras. Pero, su reputación podría verse seriamente dañada, ya que sus clientes y otros consumidores tendrán que asumir minusvalías importantes o quedarse atrapados de explotar la burbuja. Solo por esto el banco debería sumarse a la oleada de advertencias, porque el problema podría ser mayúsculo.

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