
Los grandes bonistas de Abengoa se muestran dispuestos a ahondar su participación en la futura reestructuración de la multinacional andaluza. Hace pocos días, ya abrieron las puertas a participar en la nueva inyección de liquidez que Abengoa necesita para hacer frente a sus obligaciones en este mes de enero.
Esa aportación adicional de recursos llega después de que, en diciembre, se abriera para ella otra línea de financiación extraordinaria, pero aquélla fue suministrada únicamente por la banca acreedora y por el ICO. Ahora los grandes bonistas, entre los que están fondos tan conocidos como Blackrock, Invesco o Centerbridge, no sólo están dispuestos a acompañar al denominado G-7 bancario en la nueva inyección de recursos; también barajan capitalizar la deuda de Abengoa que tienen en sus manos.
Esa operación les permitiría convertirse en accionistas de referencia en el grupo que todavía se halla bajo el control de la familia Benjumea. Se trata de un paso de gran importancia que aún está en el aire. Sin embargo, resulta significativa la toma de posiciones que los fondos han protagonizado en los últimos meses, comprando deuda que se encontraba en manos de bonistas minoritarios, de modo que el total del pasivo que controlan en la actualidad alcanza una cifra muy relevante: 100 millones de euros.
No en vano la estrategia de entrar ahora, a precios muy bajos, en el capital de la multinacional, puede resultarles muy rentable en el medio y largo plazo, una vez que la firma se encuentre saneada, ya que estarán en condiciones de vender con plusvalías. En paralelo, si los fondos capitalizan finalmente su deuda, la empresa ahora en preconcurso recibirá un nuevo balón de oxígeno que le permita sobrevivir.