
Gestamp Wind, división eólica de la multinacional española conocida, sobre todo, por su labor de producción de componentes para automóviles, cuenta ya con tres ofertas de adquisición sobre la mesa. A ellas se puede sumar una cuarta procedente de Gas Natural, que ha pedido una prórroga para analizar la operación y terminar la auditoría de cuentas.
De confirmarse su paso adelante, la empresa presidida por Salvador Gabarró ahondaría el movimiento que llevó a cabo el mes pasado, con la compra por 260 millones de Gecalsa, uno de los mayores grupos eólicos del país. En paralelo, el elevado número de pretendientes que rondan a Gestamp Wind termina de echar por tierra los argumentos de quienes defendían que el negocio eólico estaba sentenciado en España tras la entrada en vigor de la última reforma energética, que recortó bruscamente las subvenciones a las renovables.
Pensar que las ayudas públicas eran imprescindibles para este ámbito suponía minusvalorar factores como el conocimiento acumulado, la tecnología competitiva a escala internacional o los abundantes recursos naturales de los que España disfruta, muy por encima de los países de nuestro entorno. En realidad, lo que la desaparición de las primas ha provocado es una carrera por racionalizar el sector, mediante concentraciones aprovechando, además la abundancia de liquidez y la estabilidad legislativa con la que la mencionada reforma energética ha dotado al sector. España, por tanto, ofrece un momento más que propicio para apostar por la energía eólica, un ámbito en el que la inversión se ha revelado rentable y con potencial suficiente para sobresalir como un polo de innovación y de crecimiento económico.