
Se podría decir que 2018 empezó con un Gobierno en minoría, forzado a prorrogar los presupuestos del año anterior al ni siquiera haber llevado al Congreso unos nuevos. Y termina igual. Sólo que entre medias han pasado muchas cosas, incluido el primer cambio de Gobierno tras una moción de censura desde la Transición. A pesar del vuelco político (no sólo cambió el Gobierno nacional, sino que también hubo relevos en la presidencia de dos comunidades tan grandes como Madrid o Cataluña y todo apunta a que también lo habrá en Andalucía en las próximas semanas).
Parece mentira, pero este terremoto político apenas se ha notado en la economía. El PIB cerrará el año con un crecimiento en torno al 2,4%, algo menos que en los años anteriores, pero un año más por encima de lo que han avanzado las grandes economías europeas. Tras haber conseguido recuperar las cifras precrisis en 2017, este año ha tocado el turno a las rentas, que también han conseguido alcanzar un nuevo récord por encima de los niveles de 2008.
Además, la mejor noticia es que la ralentización del crecimiento no se ha visto acompañada de una menor creación de empleo. Hasta noviembre, la economía española había creado más de 51127.000 nuevos puestos de trabajo, frente a los 600.000 del conjunto de 2017. La tasa de paro, aún mucho más alta que la de países de nuestro entorno, ha bajado del 15% por primera vez desde 2009. No obstante, el número de ocupados que hay en España sigue estando más de 1,2 millones por debajo del que alcanzó antes de la crisis.
Récord de recaudación sin apenas corrección del déficit
En resumen, la ralentización económica estaba prevista y se ha producido, pero de momento sin grandes consecuencias ni para la creación de empleo ni para los grandes indicadores macroeconómicos. Incluso, este tirón de la economía y el empleo apuntan a un nuevo récord histórico de recaudación, que no impedirá el incumplimiento del objetivo de déficit. Tanto el Gobierno, como Bruselas, como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal dan por hecho que el desfase presupuestario terminará el año en el 2,7% o 2,8% del PIB, apenas corrigiendo los datos del año pasado.
Y es que esta recaudación récord también se ha visto acompañada de un incremento del gasto desconocido en mucho tiempo. El del Estado aumenta a un ritmo del 3,1% hasta noviembre y, sobre todo, el de la Seguridad Social crece a un ritmo interanual muy cercano al 5%, algo que no sucedía desde hace una década.
La falta de corrección de las cuentas públicas ha llevado a un nuevo récord absoluto de 1,17 billones de euros, equivalente al 98,3% del PIB al cierre del tercer trimestre, un nivel muy parecido al del cierre del año pasado y al de los próximos si tenemos en cuenta que la AIReF vaticina que la deuda no bajará al nivel exigido por la Ley de Estabilidad Presupuestaria (60% del PIB) hasta bien entrada la década de 2030.
El turismo, los coches y el ladrillo mantienen el empuje
El turismo, uno de los motores de la actividad económica española de los últimos años, ha conseguido reponerse de un verano con peores datos que en 2017 y apunta por ahora a un nuevo récord histórico de turistas extranjeros y de gasto. En los 10 primeros meses de 2018 el número de turistas que visitan España aumenta un 0,5% y roza los 73,9 millones.
Por su parte, el mercado automovilístico, otro de los más importantes de los últimos años, también parece que cerrará el año en positivo a pesar de que los últimos meses han sido ciertamente negativos, debido a la incertidumbre y a los cambios normativos. Aún así, los once primeros meses del año han terminado con un crecimiento del mercado del 8% y más de 1,2 millones de vehículos vendidos.
También el ladrillo ha continuado la recuperación de los últimos años, pero su aportación al PIB aún es un 40% inferior a la del nivel previo a la crisis. Aunque lo más destacado de su evolución de 2018 seguramente sea el crecimiento de los precios. Según el INE, las viviendas se están encareciendo a un ritmo anual del 7,2%, lo que supone una cierta aceleración respecto al año pasado. También los alquileres han seguido aumentando y en algunas ciudades lo estarían haciendo a un ritmo de dos dígitos.