
Al hilo del principio de acuerdo alcanzado la semana pasada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la administración del republicano ya se ha puesto para gestionar las negociaciones que buscan vender a Bruselas un mayor número de soja, ternera, y gas natural licuado. Una urgencia con un doble propósito, por un lado, no tener que ampliar los subsidios a las industrias afectadas por los aranceles y, por otro, tender la mano a sus aliados, México y Canadá, para plantar cara a China.
"Comenzaremos de inmediato", señalaba el pasado domingo, Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional, al referirse a las negociaciones con Europa durante una entrevista en la cadena CBS. Este funcionario recalcó que Trump es un defensor a ultranza del libre comercio y "no quiere aranceles".
Según los datos de la Bertelsmann Foundation, la eliminación de barreras comerciales a ambos lados del Atlántico impulsaría el PIB de la Unión Europea en al menos 140.000 millones de dólares mientras que el efecto en la economía estadounidense se traduciría en un incremento de 48.000 millones de dólares. Aún así, la tarea se plantea muy complicada tanto Washington como Bruselas, debido a las trabas arancelarias.
Sin embargo, si las conversaciones sobre el aumento de las exportaciones agrícolas a Europa avanzan, la Administración Trump probablemente ofrecerá un alivio a los gravámenes al acero y al aluminio europeos e intentará negociar en busca de frenar las tensiones comerciales.
De hecho, la Cámara de Comercio de EEUU cifró en un total de 39.000 millones de dólares más el coste que tendría ofrecer ayudas similares a todas las industrias patrias afectadas de forma directa o indirecta por las tasas aplicadas al acero, aluminio y productos chinos por valor de 34.000 millones de dólares.
Pero las miras también se centran en México y Canadá. Está previsto que negociadores técnicos del Gobierno mexicano lleguen el martes a la capital estadounidense para finalizar los detalles sobre las reglas de origen del sector automotriz.
El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, mantendrá otro encuentro ministerial con el representante comercial, Robert Lighthizer, el jueves, y tendría como intención implícita poner mayor presión sobre Canadá.
Si los tres países logran rubricar una revisión del TLCAN para el otoño, la presión del azote arancelario de Trump se centrará aún más en China, bajo la amenaza de poder gravar el total de las importaciones del gigante asiático que llegan al mercado estadounidense. Al mismo tiempo, otros socios comerciales, como Japón, se verán también obligados a acudir a la mesa de negociaciones en el caso de que Washington active aranceles sobre la industria automotriz.