
James Bullard, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, ha reconocido que el aplanamiento de la curva de tipos es motivo de "preocupación". Por general, la línea que dibuja esta unión de los tipos a corto y largo plazo suele tener una pendiente positiva. Parece lógico que los inversores exijan más rentabilidad cuanto más largo es el plazo. No es lo mismo prestar dinero a alguien durante tres meses o un año que hacerlo con una promesa de devolución a diez o veinte años, con la incertidumbre que ello conlleva. Nadie sabe lo que puede ocurrir en el futuro. Sin embargo, su aplanamiento y posterior inversión (los tipos a corto se vuelvan más alto que los tipos a largo) es el mejor indicador para anticipar recesiones, de ahí la preocupación de Bullard.
Aunque durante los últimos años la curva ha presentado una pendiente positiva, recientemente se ha comenzado a aplanar a una velocidad considerable (sobre todo EEUU y Reino Unido), y si la tendencia continúa podría terminar invirtiéndose, lo que sería síntoma casi inequívoco de que la próxima recesión está a la vuelta de la esquina (13 meses de media).
Bullard ve esta situación como probable: "Me preocupa el aplanamiento de la curva de rendimiento... una curva invertida es un poderoso vaticinador de desaceleraciones económicas", destacó el miembro de la Fed a la CNN.
Además, Bullard dejó entrever que según sus previsiones, la inversión de la curva podría suceder en los próximos seis meses. En la sesión de este miércoles, la diferencia entre el bono a dos años respecto al de diez llegó a reducirse hasta los 43 puntos básicos, la prima más estrecha desde 2007. Por ejemplo, en junio de 2004 la diferencia era de más de 300 puntos básicos.
Si la curva se invierte el mercado reacciona
Como destaca Viraj Patel, economista de ING, "tal fenómeno sería visto por los inversores como una señal de recesión para la economía de EEUU, independientemente de si ese fenómeno refleja o no la realidad subyacente en la economía. Esto desencadenaría un amplio cambio de los flujos hacia activos más seguros en los mercados globales".
Las dos últimas veces que se invirtió la curva de rendimientos fue pocos meses antes de la crisis de 2001 y de la Gran Recesión de 2007. Desde 1955 hasta ahora cada recesión ha venido precedida por una inversión de la curva, es decir, por una prima a plazo negativa. Desde que se invierte la curva hasta el comienzo de la recesión suelen transcurrir entre seis y 24 meses, según los escenarios contemplados en los últimos 65 años.
Como señala Randal Quarles, vicepresidente para la supervisión de la Reserva Federal, "no creo que sea probable que la inversión de la curva de rendimiento sea un reflejo del la crisis está por llegar", según destacó en la conferencia anual de Bretton Woods este miércoles.
Patel señala en la nota de ING que los inversores podrían estar equivocándose y cotizando ya una recesión que todavía tardará en llegar, pero la evidencia histórica "brindan más apoyo a lo contrario". Este economista cree que tras varios años de expansión económica y con el mercado laboral rozando el pleno empleo, el ciclo económico está cerca de su fin, "el estímulo fiscal es simplemente una inyección de adrenalina para extender el ciclo uno o dos años más".
¿Por qué se puede invertir la curva?
La incertidumbre y el pesimismo por el futuro de la economía pueden tensar los mercados monetarios y con ello los tipos a corto plazo. Los inversores tienden a buscar mayor seguridad cuando se muestran pesimistas respecto al futuro y esto lo pueden encontrar en los activos seguros a mayor plazo (que se pueden mantener en cartera hasta su vencimiento con un cupón considerable), lo que mantiene relativamente estables o la baja los rendimientos de estos bonos.
La diferencia entre los intereses a corto y a largo plazo se estrecha, porque además este proceso suele coincidir cuando la política monetaria se encuentra en un ciclo restrictivo, es decir, en plena subida de los tipos a corto plazo por parte de los bancos centrales, según señalan los economistas de la Fed. Este proceso desemboca en una reducción de la prima a plazo (la prima que se paga por prestar el dinero un mayor tiempo con el riesgo que conlleva).
Como destacan los economistas del BCE Adriana Grasso y Filippo Natoli en el documento Consumption volatility risk and the inversion of the yield curve, los tipos de interés no sólo reflejan las expectativas de inflación, también el riesgo económico y la incertidumbre: "De forma intuitiva, cuando se percibe mayor riesgo en el largo que en el corto plazo, el agente se mostrará más proclive a invertir en valores a corto que a largo, dejando una curva con pendiente positiva. Cuando se percibe más riesgo a corto plazo, el agente demandará más bonos a largo plazo, lo que supone la inversión del equilibrio real de la curva".
Los próximos meses serán clave para esclarecer el movimiento final de la curva y si se produce la inversión habrá que ver su efecto sobre el mercado ya la economía. Desde Goldman Sachs han destacado esta semana que los nervios por la inversión de la curva están siendo exagerados y que "están fuera de lugar".
Además, aunque la curva se termine invirtiendo en esta ocasión podría ser diferente, dadas las novedosas características que conforman hoy la economía mundial: la fuerte intervención de los bancos centrales en los mercados de deuda a través de políticas no convencionales ultra-expansivas podrían haber 'estropeado' la utilidad de la curva de rendimientos como vaticinador de recesiones, según mostraron hace unas semanas desde el Banco de España.