
Donald Trump llevaba tiempo agitando el palo de los aranceles comerciales. Ya había golpeado a chinos y surcoreanos al castigar a paneles solares y lavadoras, y esta semana le tocó también a Europa. El presidente estadounidense impuso los aranceles que llevaba tiempo prometiendo para proteger la producción de acero y aluminio nacional. Y como Europa llevaba preparándose tanto tiempo como Trump amenazando, la respuesta no se ha hecho esperar.
La Comisión Europea ultima una lista de exportaciones estadounidenses al mercado común que serán castigadas con nuevas tasas. Y como se trata de pasar un mensaje al presidente que ha puesto America primero, Europa dispara contra productos tan propios del ADN americano como las motos Harley Davidson, el bourbon o los Levi's, según adelantó ayer el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
El luxemburgués endureció ayer su discurso al acusar al magnate convertido en político de haber empezado la "escalada". "No seremos ingenuos", dijo desde Hamburgo. Precisamente Alemania será uno de los socios que más afectados se verá por la decisión de Trump. "Si EEUU impone aranceles punitivos, nosotros debemos responder en consonancia", indicó Juncker, mientras advirtió desafiante que su Casa Blanca "va a conocer" a la UE.
Europa llevaba tiempo trabajando en la respuesta que podría dar desde el verano pasado, cuando Trump ya amenazó con estos aranceles. Su Administración ya estuvo a punto de apretar el gatillo justo durante la cumbre del G-20 el pasado julio en Hamburgo. Juncker ya avisó que Europa estaría preparada para responder "en días". "Nuestro humor es cada vez más combativo", reconoció Juncker.
Entonces ya se mencionaron productos como el bourbon, cuya producción es muy importante en Kentucky y fuentes europeas también incluyeron el pasado verano el zumo de naranja y productos lácteos.
Escepticismo por la respuesta
Del mismo modo, fuentes comunitarias informaron ayer que los productos castigados representan unas exportaciones por valor de unos 2.800 millones al mercado comunitario. El Ejecutivo comunitario tiene que hilar fino para que estos aranceles no terminen castigando a la industria europea. Por eso, está en contacto con los Estados miembros y los sectores que se podrían ver afectados.
Algunas asociaciones de consumidores ya han cuestionado el paso dado por la UE. "Imponer aranceles en represalia en productos americanos emblemáticos como el Bourbon de Kentucky o el queso de Wisconsin dañará a los consumidores europeos", comentó Luca Bertoletti del Consumer Choice Center.
En su opinión, las tasas impuestas por Trump violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio, por lo que Bruselas podría conseguir su eliminación sin entrar en una guerra comercial. Acudir a la OMC es una de las opciones sobre la mesa. La comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, dijo que los europeos buscarán entablar consultas para solucionar la disputa con EEUU en Ginebra "en cuanto sea posible".
Pero Europa se ha cansado ya del comportamiento errático y amenazante de Trump. Los tambores de guerra suenan demasiado fuerte a este lado del Atlántico. El PP europeo ha solicitado discutir el tema durante el pleno del Parlamento Europeo de este mes. Pero el tono de debate es claro.
El doble frente europeo
Robert Kagan ya predijo el distanciamiento entre europeos y estadounidenses al decir que los primeros venían de Venus y los segundos de Marte. Pero esta vez Europa ha dejado su tono conciliador para ponerse las pinturas de guerra. El problema es que, como advirtió el vicepresidenteente de la Comisión, Jyrki Katainen, los europeos podrían terminar librando una guerra en dos frentes por culpa de Trump. China podría terminar exportando aún más acero a Europa para evitar los aranceles de EEUU, lo que obligaría a Europa a protegerse. "Esperemos que la claridad vuelva a la Casa Blanca, así podemos evitar una guerra comercial global", dijo el finlandés.