Economía

España, invisible en los puestos clave de la UE desde la marcha de Almunia

  • Cañete salva el honor con la Comisaría de Acción por el Clima y Energía
El político Joaquín Almunia. Reuters.

Italia tiene a Mario Draghi en la cima del Banco Central Europeo (BCE); a Federica Mogherini como alta representante de Política Exterior; y a Antonio Tajani al frente del Parlamento Europeo. Francia cuenta con el todopoderoso comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici; Portugal ha situado a Mario Centeno al frente del Eurogrupo; Alemania mantiene a dos alemanes en el Comité Ejecutivo del BCE y a Klaus Regling al mando del Mede... Pero, ¿y España? España debe conformarse a día de hoy con una comisaría menor, la de Acción por el Clima y Energía, en manos de Miguel Arias Cañete desde 2014. Y nada más. Ahora, Guindos será el candidato español para la Vicepresidencia del BCE.

La irrelevancia de nuestro país en los puestos europeos de renombre se ha ido acrecentando con el paso del tiempo. Joaquín Almunia, predecesor de Moscovici y también excomisario de Competencia; y José Manuel González-Páramo, que formó parte del Consejo de Gobierno y del Comité Ejecutivo del BCE, fueron los últimos exponentes de otros tiempos. Porque con anterioridad hubo incluso mayor representación.

Josep Borrell y Enrique Barón fueron presidentes del Parlamento Europeo, Javier Solana copó la representación de la política exterior europea; Manuel Marín, recientemente fallecido, llegó a presidir la Comisión Europea; y Gil Carlos Rodríguez, el Tribunal de Justicia.

Sin duda, hay un factor que ha pesado excepcionalmente en la pérdida de peso de España. La crisis provocó que en 2009 nuestra representación se redujera considerablemente tras el adiós de Borrell al Parlamento Europeo y de Solana al equipo de comisarios. Cinco años después, y pese a que ya atisbábamos una leve recuperación, González-Páramo y Almunia abandonaban también sus puestos sin que Europa compensara a España después de las pérdidas.

Hoy, Moncloa defiende que si bien nuestro país no aparece en primera línea, acumula influencia en el segundo escalón, el de las direcciones generales de Comisión y Parlamento. Un peso más cuestionable para una economía que supone el 12 por ciento del PIB europeo.

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