
Durante una animada conversación en una cálida noche otoñal en Bruselas con cuatro jóvenes alemanes, en vísperas de que sus compatriotas acudan a votar a las urnas, un nombre surge como el gran peligro para Alemania, y para Europa. No son los filo-nazis de AfD, sino Wolfgang Schäuble.
Para Fabián, investigador especializado en ultrasonidos, Constanza, funcionaria europea y simpatizante de los socialdemócratas, su amiga Julia, que trabaja en una consultora alemana, o Frederik, responsable de macroeconomía en una organización europea, el ministro de Finanzas alemán ha impuesto con puño de hierro el freno al gasto en su país, dejando hoy un reguero de autopistas y colegios agrietados, y asfixiando la investigación y desarrollo necesarios para competir mañana. Estos alemanes, que observan su país a través del prisma europeo, no perdonan que casi provocara la fractura del euro dejando caer a Grecia, y que se oponga al gran salto adelante que necesita la eurozona.
"Representa el principal peligro para Europa, porque no ve la realidad como un político, ni siquiera como un economista, sino como un abogado", zanja Fabián. Se preocupa de su legado, y el suyo será un superávit fiscal récord y la defensa a ultranza del freno a la deuda, que consiguió imponer al resto de socios a través del pacto fiscal europeo. En España, la presión y las dificultades nos obligaron a incluirlo a través de una reforma exprés de la constitución en 2011.
Las elecciones alemanas siempre se marcan en rojo en el calendario europeo. Este año aparecían particularmente como el alfa y omega en el devenir comunitario. Han puesto el cierre a un periodo especialmente difícil (terrorismo, Brexit, la amenaza populista...). Pero también se esperaba que marcaran el arranque para profundizar en la integración europea en áreas como la economía, la defensa y la eurozona.
Los europeos pueden terminar, sin embargo, con un plato sobre la mesa que les deje con hambre, aunque a los fuegos continúe una Angela Merkel con ganas de avanzar, y Schäuble se vea forzado a abandonar la coalición de Gobierno.
Merkel, ganadora
De las urnas vuelve a surgir como ganadora la capitana de la CDU. Su continuación por un cuarto periodo en la cancillería no refleja la falta de cambios en Alemania. Más bien, casi al contrario del pensamiento del personaje Gatopardo, nada cambia para que todo se altere. En casa, la coalición cambiará de protagonistas, la extrema derecha del AfD ha entrado en tromba en el Parlamento.
Y en Europa, finalmente una roca de optimismo ha despuntado con la victoria de Emmanuel Macron en Francia. En la Comisión Europea y otras capitales que ansían avanzar en la integración europea se habla desde el verano de una ventana de oportunidad que no se puede desaprovechar, gracias a la mejora de la situación económica y la relativa estabilidad política.
Durante la campaña alemana ya se pudieron encontrar pistas para intuir que la realidad volverá probablemente a quedarse varios pasos por detrás de las esperanzas. Porque, como señala Rosa Balfour, investigadora del centro German Marshall Fund, "el contraste entre las expectativas en Bruselas respecto a estas elecciones alemanas y la campaña no podría resultar más llamativo". Si entre los socios se esperaba que los resultados dieran alas a la regeneración de la UE, "en Alemania, apenas han abordado el futuro de Europa." Las prioridades de los votantes, y de una canciller conocida por no liderar sino por reaccionar, van por otro lado.
Incluso si Merkel ha dado señales de que está dispuesta a pisar ligeramente el acelerador en el reforzamiento de la eurozona, Schäuble agarra firmemente el freno de mano. En otras circunstancias, en otros gobiernos, la jefa del Ejecutivo no tendría problemas para imponerse a su responsable de Finanzas. Pero Schäuble es mucho más que eso en la política alemana. Sus 45 años como diputado le convierten en el más veterano en el Bundestag. El pasado lunes sopló 75 velas, con ganas de seguir siendo el protector de los bolsillos de los contribuyentes alemanes. Pero no es intocable. Si a Merkel le critican su gestión de los refugiados, a su ministro le echan en cara las dificultades que muchos alemanes atraviesan a pesar de la bonanza económica del país, y unos impuestos que se ha negado a bajar.
Choque de opiniones
Desde que Macron llegara al Eliseo, Merkel y Schäuble han chocado al abordar las propuestas del francés. Discrepan sobre la necesidad de reformar los tratados para dar un salto adelante. Y, sobre todo, no comparten opinión respecto al presupuesto para la eurozona que sirva para capear crisis y shocks repentinos. Si Merkel dijo que podría considerar un "pequeño" presupuesto para apoyar la inversión, la prioridad para Schäuble debería ser convertir el Mecanismo de Estabilidad Europeo en un Fondo Monetario Europeo, al que convertiría en el sheriff de la disciplina fiscal. Más allá del resto de ideas que flotan será el presupuesto para la eurozona el que verdaderamente medirá el apetito de una mayoría de socios para realmente completar la unión económica y monetaria.
Las diferencias entre la canciller y el ministro fueron notables al tratar Grecia y la crisis de los refugiados, los dos principales desafíos del pasado mandato. En ambos casos Merkel impuso su criterio. Pero esta vez le resultará más difícil. Los malos resultados de los socialdemócratas pueden dejarles en la oposición para someterse a un necesario periodo de reconstrucción. Su salida abriría la puerta a la llegada de los liberales al Gobierno, enemigos de cualquier esfuerzo para reforzar la moneda común. La inclusión en el Ejecutivo de la posición pro-europea de los Verdes no serviría para ablandar este rechazo. La oposición para avanzar en el proyecto comunitario aumentará con la entrada del anti-europeísmo de AfD. Paradójicamente, Schäuble podría celebrar fuera del ministerio de Finanzas el triunfo de sus tesis frente a la mujer que le robó el liderazgo del partido hace 17 años.
En Bruselas no esperan grandes cambios antes de Navidad, según explica una fuente comunitaria. Macron, a la cabeza del frente integrador en el que también está España, no quiere que se deshinche el impulso de los últimos meses, y ya ha previsto un discurso para mañana en el que explicará sus ideas sobre el futuro de Europa. Pero, tras las elecciones de ayer, le resultará más difícil cuajar su objetivo de una "Europa que protege" con una tímida unión fiscal. Schäuble puede terminar con la mano fuera del freno, pero el coche no se moverá.