Economía

¿Ha cambiado el modelo de crecimiento de España desde la crisis?

  • La balanza por cuenta corriente presenta superávit a pesar del crecimiento
  • La tasa de temporalidad en el empleo vuelve a crecer con fuerza
  • La desigualdad de rentas no se reduce a pesar del crecimiento del empleo
Foto de Getty

La economía española comenzó a crecer a tasas interanuales de forma estable en el primer trimestre de 2014. Desde entonces, el país no se ha alejado de esta tendencia que viene acompañada de creación neta de empleo. Aunque volver a recuperar la senda del crecimiento era vital, igual de importante es analizar en qué pilares se está apoyando este crecimiento. Por ahora, parece que los incrementos de la producción vistos desde 2014 no están produciendo desequilibrios, algo que sí ocurrió en el pasado. No obstante, otros indicadores (desigualdad de rentas o la temporalidad), muestran un empeoramiento destacable a pesar de la 'recuperación económica'.

Como destacan los investigadores de Funcas en el documento 'la economía española: evolución reciente y previsiones para 2017, "a diferencia de lo sucedido en la anterior etapa expansiva, el crecimiento más reciente no está siendo generador de desequilibrios, es decir, no se ha producido déficit exterior, ni aumento del endeudamiento privado, ni pérdida de competitividad en costes".

En 2016 y tras dos años de crecimiento y creación de empleo, las exportaciones han seguido evolucionando de forma positiva. "Las de bienes crecieron en torno a un 3,5%, por encima del crecimiento del comercio mundial de mercancías, de modo que la economía española ha vuelto a ganar cuota de mercado sobre las exportaciones mundiales", según declaran Raymond Torres y María Jesús Fernández, investigadores de Funcas.

Sin desequilibrios externos

Pero lo más sorprendente ha sido el escaso crecimiento de las importaciones. "Todavía es pronto para extraer conclusiones al respecto, pero este comportamiento podría ser un indicio de que la elasticidad de las importaciones con respecto a la demanda se está reduciendo, lo que supondría un importante cambio estructural para la economía española", según reza el documento.

Desde finales de los 90, el crecimiento de la economía española venía acompañado de fuertes desequilibrios con el exterior. El sector productivo doméstico era incapaz de cubrir la demanda interna, por lo que el crecimiento económico y la creación de empleo venían acompañados de elevados déficit por cuenta corriente y de incrementos de la posición deudora de España con el mundo.

Según los últimos datos publicados por el Banco de España, la balanza de pagos por cuenta corriente acumula un superávit de 18.897 millones de euros hasta noviembre, por los 11.716 millones presentados en el mismo periodo del año anterior. Este resultado positivo se ha producido a pesar de que los ocupados han aumentado en más de 450.000 entre el tercer trimestre de 2015 y el de 2016.

La clave de este equilibrio puede residir en el incremento de la competitividad de los bienes y servicios producidos en España y de los aumentos de productividad. En 2016, por ejemplo, "las remuneraciones por asalariado crecieron un 0,2%, pese a lo cual los salarios no registraron una pérdida de poder adquisitivo, ya que el IPC fue negativo. Este incremento de las remuneraciones salariales fue inferior al aumento de la productividad, de modo que los costes laborales unitarios registraron una ligera reducción, lo que significa que la economía española sigue ganando competitividad en costes", destaca el informe de Funcas.

Aunque también es cierto que España ha contado con la gran ayuda que ha supuesto la caída de los precios de las materias primas, sobre todo el petróleo. España es una economía muy intensiva en crudo, la importaciones de oro negro superan el millón de barriles al día, por lo que el desplome del precio de esta materia prima ha ayudado a aliviar la balanza comercial.

Aspectos negativos

Al igual que todos los factores enumerados anteriormente dejan entrever que el crecimiento económico actual es algo más sano que el del pasado, existen otros indicadores que siguen preocupando, como puede ser el elevado endeudamiento público o la elevada tasa de temporalidad en la creación de empleo. Esto último se ha convertido en una característica común en los periodos expansivos.

La deuda pública de todas las administraciones ha seguido creciendo, tanto de forma absoluta como relativa, durante esta nueva etapa expansiva. En el cuarto trimestre de 2014, la deuda pública representaba el 95,4% del PIB, mientras que el último trimestre de 2016 supone un 100,3% del PIB, un incremento de casi cinco puntos porcentuales en dos años.

Por otro lado, a pesar de que la intensa creación de empleo ha sido algo muy positivo, una parte muy importante de esos nuevos ocupados son temporales. Durante la crisis, las empresas realizaron ajustes de la forma menos costosa en términos económicos. Los empleados con contrato temporal pasaron de representar alrededor del 30% de todo el empleo hasta menos del 22% en 2013. No obstante, este tipo de empleo ya está en el 27% del total y ha superado los 4 millones de ocupados con este tipo de empleo, una tendencia que parece imparable.

Otra de las tareas pendientes tiene que ver con la desigualdad de rentas. Aunque los últimos datos disponibles en Eurostat son hasta 2015, no parece que la creación de empleo neto en 2014 y 2014 haya reducido la desigualdad según el coeficiente de Gini, medido tanto antes de trasferencias sociales como después de las mismas. Este indicador sigue situado en 34,6 puntos, muy por encima de la media europea que está en 30,8.

El coeficiente de Gini es otro indicador que se encarga de medir la concentración del ingreso entre los individuos. Toma los valores entre 0 y 100. El cero indica que todos los individuos del país o región tienen el mismo nivel de ingresos, mientras que el 100 indica que un sólo individuo acapara todos los ingresos.

A pesar de todo ello, desde el informe de Funcas destacan en las conclusiones que este crecimiento no está generando desequilibrios ni pérdidas de competitividad. Además, resulta singular el importante el reducido avance de las importaciones en un contexto de vigorosa recuperación de la demanda interna.

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