
En las últimas décadas, Occidente ha visto como la industria perdía peso dentro del PIB. La deslocalización hacía destinos con mano de obra más barata ha sido la tendencia principal. No obstante, los costes laborales han subido con fuerza en muchos países asiáticos, lo que junto a otros factores podría estar provocando que parte de la industria vuelva a buscar sitio en Occidente, donde el capital humano está más formado para encarar la automatización del proceso productivo. La parte negativa es que aunque la industria vuelva, no producirá la misma cantidad de empleo que antaño y los salarios tampoco serán los de antes.
Los economistas sostienen que sin la existencia de barreras y con un funcionamiento perfecto de los mercados, la globalización debería conducir hacia la igualdad de salarios a nivel mundial. Esto, que en principio parece muy positivo, puede crear gran controversia en Occidente, donde los salarios eran relativamente muy superiores a los de las economías no desarrolladas. Parte del estancamiento salarial que viven las economías desarrolladas se debe al proceso de globalización, y aunque las fábricas vuelvan a España, EEUU o Reino Unido, los salarios no serán los de antaño.
El ejemplo de General Motors
Durante seis años, la planta de General Motors que solía fabricar el ChevyTrailblazers en Moraine, Ohio, ha estado abandonada, como un monumento a la decadencia de la industria del motor en EEUU.
Hoy, la fábrica está nuevamente en marcha... pero ahora bajo dirección china. En el taller, supervisores chinos con uniforme azul cielo con el logo de los nuevos dueños, FuyaoGlass, enseñan a los empleados estadounidenses a montar los parabrisas.
Si se recorre la Ruta Interestatal 75, a través del corazón industrial de EEUU, se encontrarán numerosas firmas de propiedad china como Fuyao. Se están instalando en estados como Ohio y Michigan, lugares donde las industrias tradicionales han desaparecido en muchos casos, por el comercio con China.
El candidato republicano Donald Trump critica a China por ser un socio comercial desleal y culpa a toda una clase de políticos estadounidenses (incluida su rival demócrata Hillary Clinton) por vender a los trabajadores estadounidenses a Pekín. Es un tipo de nacionalismo económico agresivo: "Estados Unidos primero". Toda la carrera de Clinton deja entrever que ella se siente más a gusto con la globalización, aunque últimamente también se inclina criticar a China y se muestra algo más escéptica respecto del comercio internacional.
Brazos abiertos
Pero lejos del ruido y la furia de la campaña nacional, los gobiernos estatales y municipales de ambos partidos han recibido con los brazos abiertos a las empresas chinas. Cuando Fuyao se hizo cargo de la planta de GM, recibió un crédito fiscal de 9,7 millones de dólares del estado de Ohio, donde gobiernan los republicanos, que también venía acompañado de una subvención de 1 millón de dólares para obras viales.
"Este es un ejemplo de cómo el capital internacional elige venir aquí, a Dayton, Ohio", asegura el legislador republicano Michael Turner, que representa a Moraine, situada 10 minutos al sudeste de Dayton. "Y ese capital internacional da la casualidad que es chino".
Fuyao compró aproximadamente la mitad de la vieja planta de General Motors en 2014, con una inversión de 450 millones de dóalres para adquirirla y remodelarla. Para una compañía que actualmente es el segundo mayor proveedor de cristales para coches del mundo, la adquisición fue la guinda al esfuerzo de una década para entrar en el mercado de EEUU.
Para la zona de Dayton, significó empleo: la ciudad, donde nacieron los hermanos Wright, se vio muy perjudicada por el cierre de la fábrica de GM dos días antes de la Navidad de 2008. Al año siguiente otra importante empresa local, NCR, anunció que se mudaba a Atlanta después de ser pionera en la fabricación de cajas registradoras durante más de un siglo en Dayton.
Empleo y salarios
"Pues bien, 1.700 puestos de trabajo son 1.700 puestos de trabajo", comenta Shawn Kane, de 28 años. "Por lo menos, la fábrica ya no está vacía". Pero son puestos de trabajo que no suelen tener tan buen salario como el que antes tenía el empleo en una fábrica. Y probablemente tampoco haya tantos empleados. Para que su producción en EEUU sea viable, Fuyao usa más automatización y robots industriales que en China, explica John Gauthier, presidente de Fuyao Glass America: "A nuestros clientes todo lo que les importa es que el precio no aumente", explicó.
El sueldo de un trabajador de línea de montaje en Fuyao parte de los 12 dólares la hora, lo que da un salario anual de unos 25.000 dóalres. Los trabajadores de GM de la vieja planta de Moraine ganaban por lo menos el doble y tenían complementos salariales como planes de jubilación de beneficios definidos.
"Cuando no se tienen suficientes condiciones para los trabajadores estadounidenses, cuando la economía está globalizada, esto es lo que pasa", señala Chris Baker, representante de ventas durante 40 años y que vive cerca de Moraine. "Es la nueva normalidad. Es muy triste".
Para los defensores del libre comercio como Jagdish Bhagwati, autor de En defensa de la globalización, el surgimiento de una nueva potencia económica es una realidad que hay que enfrentar: "China no va a desparecer en el mar"-, y la autarquía no es una opción.
"Si impedimos que venga China, como a muchos les gustaría, también nos privaríamos de los beneficios del comercio", comenta Bhagwati, profesor de economía de la Universidad de Columbia. En cambio, el Gobierno debería "ayudar a esa gente a pasar de los lugares donde se pierden empleos a aquellos donde se crean empleos".
Algunos de los nuevos puestos de trabajo estarán en Moraine, si los planes de Fuyao funcionan. La compañía aspira a ser la planta de cristales para coches más grande del mundo. Para eso, necesitará un plantel de 2.500 personas, casi el doble de las que emplea a día de hoy.