
Son muchos los que se preguntarán por qué EEUU y la Eurozona crecen a dos ritmos diferentes si sus políticas monetarias y fiscales no parecen tan diferentes. Sí, EEUU tiene un mercado laboral más flexible, un sistema financiero más desarrollado, mayor movilidad laboral, etc. Sin embargo la clave puede estar en el apetito inversor de los estadounidenses y su 'adicción' a la bolsa. La elevada exposición de las familias a la renta variable ha sido el mejor canal de transmisión de la política monetaria.
Martin Feldstein, profesor de Economía en la Universidad de Harvard, explica en Project Syndicate que Bernanke llegó a la conclusión de que "la política monetaria no convencional sería la única que podría reducir los tipos de interés a largo plazo, y obligar a los inversores a cambiar sus activos desde los bonos de alta calidad a acciones, bonos con más riesgo o vivienda".
Este tipo de política no convencional "haría subir el precio de las acciones, incrementando la riqueza de los hogares y a la postre el gasto en consumo". Lo que se conoce como el efecto riqueza: las familias ven que sus activos (acciones y vivienda) tienen un mayor valor, de modo que su propensión a consumir se incrementa ante la seguridad que otorga ese aumento de la riqueza.
La importancia de las acciones
"La estrategia funcionó bien. Las acciones subieron un 30% sólo en 2013, el precio de la vivienda creció un 13% en el mismo tiempo. Como resultado, el valor neto de la riqueza de las familias se incrementó en ese año en 10 billones de dólares. Este incremento de la riqueza indujo a los consumidores a gastar, lo cual activó el proceso multiplicador, el PIB creció un 2,5% en 2013 y la tasa de paro pasó del 8% al 6,7%. La expansión continuó los siguientes años", explica Martin Feldstein.
Según datos de la OCDE, los hogares de EEUU tienen el 35% de sus activos financieros en acciones, mientras que Holanda o Alemania tienen porcentajes por debajo del 10%. Entre los europeos, los activos favoritos son los depósitos y el efectivo, una opción que para los estadounidenses sólo representa el 13% de sus activos financieros. Pasa exactamente lo mismo con los fondos de inversión en acciones, los canadienses y los estadounidenses tienen una cantidad expuesta a estos productos muy superior a la portugueses, griegos u holandeses.
"El BCE ha seguido una estrategia similar con compras masivas de activos y bajando los tipos de interés casi a cero. Sin embargo el objetivo del BCE es otro muy diferente al de la Fed. Porque Europa carece de la tradición inversora que existe en EEUU, por lo que el quantitative easing no puede estimular el gasto incrementando la riqueza de las familias", asegura el prestigioso economista estadounidense.
El BCE tiene como objetivo depreciar el euro para estimular las exportaciones por un lado y revivir la inflación dentro de la Eurozona. "El BCE ha tenido éxito en algunos aspectos, el euro ha caído un 25% respecto al dólar... Aunque reducir el valor del euro ha sido bueno y ha estimulado las exportaciones, el impacto sobre el PIB ha sido muy limitado", comenta Feldstein.
Y es que la mayor parte de los países de la Eurozona tienen a sus principales socios comerciales dentro del área monetaria, por lo que el impacto positivo se ha visto limitado a las exportaciones que realiza a EEUU o China. Mientras tanto, aunque "el BCE ha incrementado la liquidez a los bancos europeos, los préstamos a empresas y hogares han crecido muy poco".
En resumen, "los mercados de la Eurozona han reaccionado de la forma esperada. Los tipos a largo plazo han caído, los precios de las acciones han subido y el euro ha caído respecto al dólar. Pero a pesar de todo, la experiencia nos dice que estas políticas harán muy poco por mejorar la actividad real de la economía. Para conseguir un progreso real, la Eurozona necesita menos quantitative easing y centrarse en reformas estructurales y en los estímulos fiscales".