
El gobernador de Alaska Bill Walker ha anunciado que por primera vez en cuarenta años su Estado tendrá que imponer un impuesto sobre la renta (IRPF) ante el descuadre de las cuentas públicas. Además, la 'renta básica' de la que disfruta este Estado tendrá que ser revisada a la baja ante la insostenibilidad del sistema. El desplome del precio del petróleo está lastrando los ingresos fiscales de Alaska, que años atrás financiaba el 90% de su gasto público con los ingresos procedentes del 'oro negro'.
Según publica The Wall Street Journal, las propuestas de Walker para intentar cuadrar las finanzas públicas están siendo duramente criticadas por la oposición. La población de Alaska está acostumbrada a los bajos impuestos y a recibir un cheque anual que en 2015 ha sido de 2.072 dólares, producto de los rendimientos del Fondo Permanente de Estado.
Walker se ha defendido señalando que "no podemos seguir como hasta ahora, es decir, no podemos vivir exclusivamente de los ingresos derivados de nuestros recursos naturales... Esta va a ser un cambio importante del modelo de Alaska", ha explicado el gobernador.
Un nuevo impuesto
El plan del Gobierno estatal consiste en imponer a sus ciudadanos un 'flat-tax' (un impuesto plano) del 1,5% sobre los ingresos derivados del trabajo. El IRPF que van a tener que pagar los residentes en Alaska es muy bajo, pero si se tiene en cuenta que el dividendo o 'renta básica' que perciben del Fondo Permanente del Estado se verá reducido a la mitad en 2016, el 'tijeretazo' gana magnitud.
Alaska se enfrenta a un déficit de 3.600 millones de dólares, una cantidad que supera el 50% del gasto total del Estado. Para solventar esta situación de forma temporal, se intentará incrementar la recaudación en unos 400 millones vía impuestos. El resto del déficit se tendrá que cubrir con las reservas del Fondo Permanente.
Randy Hoffbeck, Comisario de Ingresos Estatales de Alaska, explica que "este plan va a funcionar y lograremos equilibrar los presupuestos".