
"El BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro". Hace tres años, Mario Draghi pronunció estas palabras cuando la Unión Monetaria parecía a punto de estallar. Ahora, en su cuarto aniversario como presidente del BCE lo vuelve a afirmar, para subrayar que el organismo hará todas las acciones necesarias para llevar la inflación cerca del 2% y ayudar así a una recuperación todavía frágil.
Presidente Draghi, incluso en Estados Unidos los últimos datos muestran un crecimiento en desaceleración. ¿Qué riesgos hay para la eurozona?
Sin duda las condiciones de las economías en el resto del mundo se han mostrado más débiles con respecto a hace pocos meses, en particular en los mercados emergentes, con la excepción de India. Las previsiones de crecimiento mundial han sido revisadas a la baja. Probablemente la desaceleración no es transitoria. Para dar una idea de cómo son de importantes estos mercados, recuerdo que valen el 60% del producto mundial y que desde el 2000 tres cuartos del crecimiento mundial se debe a ellos. La mitad de las exportaciones de la eurozona va a estos mercados. Seguro que hay riesgos para el crecimiento y para la inflación, también a causa de la posible desaceleración de EEUU, de la que tenemos que entender bien los motivos. La crisis ha causado una fuerte disminución del crédito. Hacer que vuelva a subir depende de nosotros. Hay que realizar las reformas estructurales necesarias para aumentar la participación de la fuerza laboral y la productividad. En la eurozona hay todavía al menos 20 millones de desempleados, muchos de ellos jóvenes. Hay que devolverles al mercado laboral. Es un potencial enorme.
Usted se ha declarado menos optimista con respecto a la inflación. ¿Es todavía realista hablar de una inflación al 1,7% a final de 2017?
Haría distinción entre las previsiones a corto y largo plazo. En los próximos meses el factor más importante será el precio de los productos energéticos. Según nuestras previsiones, la inflación estará cerca del cero, o incluso negativa, por lo menos hasta inicios de 2016. Después, el efecto de la fuerte disminución del precio del crudo entre finales de 2014 y 2015 desaparecerá del índice de precios. Esto llevara a un aumento mecánico de la inflación
¿Que pasará a medio plazo?
El próximo año y durante todo 2017, gracias también al efecto retardado de la depreciación del cambio, prevemos que la inflación aumente gradualmente. Sin embargo, lo que es importante observar hoy es que con las previsiones de septiembre ya hemos rebajado nuestras expectativas de inflación para 2017 con respeto a lo que esperábamos en marzo, cuando empezamos las compras de 60.000 millones de deuda soberana cada mes. Es decir, que hará falta más tiempo de lo previsto para volver a la estabilidad de precios. Una buena noticia llega de las expectativas de inflación a medio plazo que, después de bajar en septiembre, han vuelto por encima del 1,7%, nivel cercano a nuestro objetivo. Se trata de cifras que, sin embargo, hay que tomar con prudencia porque estas expectativas siempre han demostrado cierta volatilidad.
Ha asegurado que este resultado depende de la completa realización de su política monetaria y ha añadido que hay flexibilidad en el programa de compra de deuda por lo que concierne a dimensiones, duración y composicion. Dijo: "El 3 de diciembre volveremos a examinar estos aspectos". Los mercados han interpretado esa fecha como el día decisivo. ¿Es una interpretación correcta? ¿Piensan utilizar estas tres opciones al mismo tiempo?
Si nos convencemos de que nuestro objetivo de inflación a medio termino está en riesgo, haremos los que sea necesario. Mientras tanto, estamos evaluando si el cambio del escenario subyacente es transitorio o no. Hemos pedido a todos los comités interesados y al personal del BCE preparar para la reunión de diciembre un análisis sobre la eficacia de las varias opciones. Decidiremos sobre estas bases. Veremos si un estimulo adicional es necesario. Es una cuestión abierta. Los programas que hemos construido tienen todos la característica de poder ser utilizados con la flexibilidad necesaria.
En Lima dijo que los países más endeudados tienen que prepararse para el momento en el que se vean afectados por la subida de rendimientos. Al mismo tiempo estos países sufren por una inflación muy baja que dificulta la reducción de la deuda. ¿Cuales son los riesgos existentes para Europa?
La inflación baja tiene dos efectos. El primero es negativo porque dificulta la reducción de la deuda. El segundo es positivo porque rebaja los tipos de interés sobre la misma. El camino de la política fiscal es muy estrecho, pero es el único disponible: de un lado asegurar la sostenibilidad de la deuda, del otro ayudar al crecimiento. Si los ahorros que vienen de los intereses se utilizan para el gasto corriente aumenta el riesgo de que la deuda vuelva a resultar insostenible cuando los tipos de interés aumenten. La situación ideal sería emplear este dinero para inversiones publicas cuya tasa de rendimiento permita pagar los intereses de la deuda cuando estos vuelvan a crecer. Si se ayuda al crecimiento hoy, no se perjudican las cuentas publicas futuras. Todavía no hay nada simple, porque -como bien sabemos- no hay tantas inversiones públicas con rendimiento elevado.
Hablando de política fiscal, hay mucho debate sobre el tema en Europa. Mirando al pasado, ¿piensa que ha habido un exceso de austeridad que ha perjudicado el crecimiento?
En primer lugar, hay países que no tienen espacio para expandir su hoja de balance, según las reglas que nos hemos impuesto. En segundo lugar, cuando esto es posible, el balance tiene que poder crecer sin perjudicar la sostenibilidad de la deuda. Los países más endeudados tienen menos margenes para hacerlo. Pero el espacio fiscal se puede ampliar, e incluso un país con una deuda alta lo puede hacer. Tiene que realizar las reformas estructurales que hagan crecer el producto potencial, la tasa de participación y la productividad. Todos los factores que hacen aumentar el potencial de futuros ingresos fiscales. Haciendo crecer los ingresos de manera permanente, se incrementan las posibilidades de reembolsar la deuda mañana, y, al mismo tiempo, se crean las condiciones para expandir la hoja de balance hoy. Las reformas estructurales no son populares, porque comportan pagar un precio hoy para beneficios que llegarán en el futuro. Pero, si el compromiso del Gobierno es real y las reformas son creíbles, los beneficios llegarán más rápido y entre ellos hay también un mayor espacio fiscal.
Entrevista publicada originalmente en 'il Sole 24 Ore'