
Grecia es un país pequeño, con unos 10 millones de habitantes. Aún así, la nación helena copa todo el protagonismo político-económico de un 'macro-estado' de más de 320 millones de habitantes, la Eurozona. Centrar el debate en Grecia puede ser un error, sobre todo cuando países como Italia y Francia (suman más unos 126 millones de habitantes) sí ponen en verdadero peligro la estabilidad de la Eurozona.
Esta es la teoría de Satyajit Das, antiguo banquero en grandes entidades de EEUU y autor de 'Extreme Money and Traders Guns & Money'. Das explica en su columna del Financial Times que "Italia y Francia se enfrentan a una montaña de deuda, bajo crecimiento, desempleo, empobrecimiento de las finanzas públicas, falta de competitividad e incapacidad para emprender las reformas necesarias".
Sin embargo es Grecia quien ocupa las portadas de los medios financieros. Y es que la caída de los precios de la energía, combinado la política ultra-expansiva del BCE y demás trucos monetarios (que está depreciando el euro y reduciendo los costes de financiación) están tapando un gran problema no resuelto en la unión monetaria.
Endeudados hasta arriba
El endeudamiento total de Italia (gobierno, familias y empresas) representa el 259% del PIB, mientras que en Francia llega al 280% del PIB. Italia ha presentado un déficit de casi el 3% sobre el PIB, mientras que el de Francia ha sido del 4,2%. Lo más llamativo es que el país galo lleva sin lograr el equilibrio fiscal (déficit cero) desde 1974.
Por si los niveles de endeudamiento no fueran suficiente, ambos países muestran una tendencia al alza de su tasa de paro. Mientras que la gran mayoría de Estados de la Eurozona han comenzado a ver como el desempleo se reduce, Francia o Italia que partían de niveles de paro cercanos a la media de la Eurozona están viendo como se destruye más empleo del que se crea. Das señala que es complicado crear empleo cuando el crecimiento económico es anémico o inexistente.
El comportamiento del comercio exterior en estos dos países es decepcionante. Y es que los "problemas de Francia e Italia no son atribuibles a la crisis económica, son problemas estructurales. Salarios demasiado elevados, un mercado laboral rígido, generosos Estados de Bienestar, sectores públicos muy grandes y restricciones comerciales", entre otras cosas, explica este economista.
El euro no ha hecho otra cosa que empeorar la situación de Francia e Italia. Antiguamente podían recurrir a la depreciación del franco o de la lira, pero con el euro no se puede tomar esa decisión de forma individual: "El tipo de cambio real de estos dos países está un 15-25% sobre-valuado a pesar de la reciente depreciación del euro. Ambos países están confiando en la deuda para financiar sus presupuestos públicos para mantener la actividad económica y los estándares de vida".
"Francia e Italia no pueden evitar enfrentarse a una crisis. El PIB tendría que crecer más del doble de lo que se ha pronosticado para estabilizar el crecimiento de la deuda pública. La otra opción es reducir el déficit en un 2% sobre el PIB, lo que sería contraproducente, crearía un círculo vicioso de bajo crecimiento, crecientes déficits y aumentos del coste de financiación", asegura Das.
Francia e Italia siempre aplazan sus reformas alegando que no es el momento adecuado para realizarlas. Sin reformas, las opciones son crecer más del doble de lo que se prevé o reducir el gasto público con las consecuencias comentadas en el párrafo anterior. Sin reformas estructurales, la solución no será fácil.