
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, es el principal protagonista del número uno de la edición española de Forbes. La prestigiosa revista económica estadounidense llegará este viernes a los quioscos de nuestro país. En su primera entrega en España, Forbes entrevista al gestor de nuestra política económica. El ministro Luis de Guindos hace balance de las decisiones que tuvo que tomar durante un año tan difícil como 2012.
Pero también valora lo que el presente ejercicio deparará, especialmente la recuperación económica y, en paralelo, el descenso de la prima de riesgo.
¿Cuál es su experiencia como ministro? ¿Hay tiempo para saber lo que piensa la gente?
Los ministros nos aislamos bastante del contacto con la gente, por razones evidentes, incluso de seguridad. Yo intento mantener ese contacto a través de mis colaboradores, que sí están en contacto con la realidad, como es el departamento de Comunicación. Y hay otra fuente importante, que es la familia. Tengo una hija de 26 años que es economista y otro hijo que está en cuarto de carrera. También mi mujer, aunque no la veo mucho, me dice las cosas que pasan. Y sí, para un ministro es importantísimo tener a gente que te diga la verdad.
¿Le molesta que le llamen 'neocon'?
No soy neocon. Yo defiendo el Estado del Bienestar, entre otras cosas porque en España, como en Europa, tenemos un contrato social en el que el Estado juega un papel regulador importante. Y eso de ser ultraliberal o neocon? He tenido que nacionalizar algún banco, como me recuerda a veces el presidente Rajoy, quién lo iba a decir.
Pero no por gusto, sino por obligación?
Sí, bueno, pero ahí está.
¿Por qué nadie avisó de lo que se avecinaba? Incluso usted negó la burbuja inmobiliaria?
Sí, yo me pronuncié al respecto creo que en 2003, pero hay que matizar que la burbuja siguió hasta 2007-2008. A toro pasado es fácil pronunciarse, el lunes todo el mundo acierta la quiniela, pero el gran incremento del crédito ligado al sector inmobiliario se produjo entre 2003 y 2007. En ese plazo, el volumen del crédito a los promotores pasa de 75.000 millones a 320.000 millones de euros. También es verdad que antes de eso ya se empezaba a barruntar la burbuja.
Lo que ocurre es que no era sencillo detener el proceso, lo digo en beneficio del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, porque la política monetaria no estaba en nuestras manos, era una política expansiva dirigida a ayudar a Alemania.
El Banco de España hizo las provisiones anticíclicas, que estaban bien, pero ante una burbuja de ese tamaño eran cosquillas. Además, el problema no fue tanto la propia burbuja como ignorar las consecuencias de su estallido y retardar la respuesta. A partir de 2008 se hizo la política del avestruz, se dijo que el problema de la crisis financiera eran las hipotecas subprime, y que no teníamos de eso, que era verdad, pero sí que teníamos el crédito promotor.
En su gestión como ministro, ¿de qué se siente más orgulloso y de qué se arrepiente?
La mejor decisión ha sido evitar un rescate de España a la griega, a la portuguesa? Si hubiéramos pedido el rescate, el PIB no nos hubiera caído un 1,4 por ciento en el último trimestre de 2012, como ha pasado, sino un 4 o un 5 por ciento. Fue una decisión del presidente y creo que muy acertada, porque además gracias a eso no hemos perdido nunca nuestra capacidad de maniobra, y eso es importantísimo.
Y arrepentirme... Creo que deberíamos haber subido el IVA antes, a primeros de 2012 y no haber esperado a septiembre. Evidentemente subir ese impuesto tiene inconvenientes, como hemos visto con el consumo, pero nos hemos estado moviendo siempre en el entorno del mal menor. Aquí, no hay varitas mágicas. La situación de la economía es tal que hemos tenido que ir buscando soluciones que sabíamos que tenían contraindicaciones. Muchas veces, además, somos conscientes de que son medidas con un efecto a medio plazo y que en el corto plazo tienen un fuerte coste social.
Usted espera que la economía española remonte a partir del verano. ¿Es consciente de que la gente no advierte ni de lejos esa mejoría y de que sus pronósticos optimistas afectan a su credibilidad como ministro?
Sí, es verdad que el ciudadano no nota la mejoría, porque los últimos datos de consumo son malísimos. No quiero crear falsas expectativas. Pero estoy convencido de que el futuro de la economía española es mucho más brillante que el que teníamos hace un año. Se han reducido las deudas del sector privado y del sector público, porque tenemos un sector bancario saneado, porque la regulación laboral es mucho mejor y, además, porque tenemos un indicador que siempre ha anticipado un cambio de ciclo, que es que en 2012 hemos prácticamente cerrado el déficit de nuestra balanza de pagos. Eso, que sorprende a muchos inversores internacionales, porque veníamos de un déficit del 10 por ciento del PIB, significa que hemos dado la vuelta a la esquina. Nos queda todavía un primer semestre que va a ser complicado, pero se están poniendo las bases de la recuperación. Si además nos acompañan los procesos de la integración europea, como el de la unión bancaria, y las economías europeas mejoran, creo que se va a producir una caída importante de la prima de riesgo, hasta el entorno de los 200 puntos.
Al margen de sus ideas económicas, ¿qué opina del aborto o el matrimonio homosexual?
Yo soy católico, pero no estoy en contra del matrimonio entre homosexuales, porque creo que en este tipo de cuestiones los derechos individuales son fundamentales. Lógicamente, no estoy a favor del aborto. Si una hija mía se viera en esa situación, siempre le recomendaría que no abortara. Pero tampoco modificaría la legislación actual.