Economía

¿Una política insostenible? La subida de las pensiones tendrá un precio

  • "El gobierno va a tener que hacer algo", señalan los analistas en el NYT
  • Usar el Fondo de Reserva complicará su pago en los próximos años
  • Solo Grecia parece dispuesta a asumir las consecuencias de su recorte
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

La semana pasada el Gobierno español presentó los Presupuestos de 2013, unas cuentas que contemplan la subida de solo tres partidas, una de ellas las pensiones. El gasto en esta materia aumentará un 5% hasta alcanzar un total de 121.557 millones. Mientras, en Grecia, también la semana pasada, se acordó uno de los mayores recortes en las pensiones públicas jamás impuestas en un país desarrollado, de hasta el 10%.

La presión de Bruselas sobre Grecia para alcanzar un acuerdo tal es más que notable, y no se ha dejado notar a ese nivel en el caso español, piensa el New York Times. Pero puede que a España su decisión le pase factura en un futuro.

El mercado necesita tranquilizarse. España tiene un déficit notablemente alto. Los bancos precisan un rescate de varios miles de millones y muchos piensan que al Gobierno no le quedará más remedio que solicitar la ayuda europea.

Es cierto que el pasado jueves el Ejecutivo de Rajoy presentó uno de los presupuestos más draconianos en la historia del país. No obstante, Rajoy se negó a recortar las pensiones, e incluso a congelarlas. En cambio, anunció una subida del 1% para el próximo año.

Políticamente, es comprensible que Rajoy quiera proteger a los alrededor de 10 millones de jubilados de España, en un momento en que la gente se manifiesta en la calle y Cataluña amenaza con la secesión, señala el NYT. Y además del coste político, figura el económico, el impacto sobre el consumo si no se suben...  En definitiva, las pensiones se han convertido en un salvavidas crucial en España. Con una tasa de desempleo del 25%, y todavía más elevada entre los jóvenes, muchos dependen del apoyo de sus padres y sus abuelos.

Pero el Gobierno anunció la semana pasada que utilizará por primera vez el Fondo de Reserva, del que retirará algo más de 3.000 millones de euros, para pagar las pensiones. Esto podría hacer aún más complicado para España encontrar el dinero para el pago de las pensiones en los próximos años, piensan muchos analistas.

Políticas insostenibles

"Estas políticas son insostenibles", señala Jagadeesh Gokhale, experto en pensiones y gasto social del Instituto Cato, un grupo de investigación políticamente conservador, con sede en Washington.

Serán sin duda necesarias reformas en el sistema de pensiones para mejorar la edad efectiva de jubilación y el factor de sostenibilidad. Hoy mismo, el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, ha hecho referencia a esta necesidad. El gobierno anterior ya tomó algunas medidas en 2011 para abordar la cuestión, aprobando la legislación que aumentará la edad de jubilación en España de 65 a 67 años. Pero no será hasta el 2027 que el cambio entre en plena vigencia, lo que limita el efecto presupuestario a corto plazo.

En España, el gasto en pensiones representa alrededor del 9% del PIB. Esa cifra es todavía menor que la de Francia (15%) e Italia (13%), pero teniendo en cuenta el envejecimiento acelerado de la población española -se espera que un 30% de los ciudadanos sea mayor de 65 años en 2050- la porción del gasto público en pensiones parece seguro que aumentará en el futuro.

"El gobierno va a tener que hacer algo", señala el economista Angel de la Fuente. Incluso si decididese congelar las pensiones tan solo podría ahorrar 4.000 millones de euros en un año.

En Grecia, la generosidad del sistema de pensiones, que permitió que un gran número de trabajadores se retirase a los 50 años, llegó a definir la casi quiebra del país. En los años previos al estallido de la crisis, el pago de las pensiones en el país heleno ascendió hasta el 14% del PIB.

Un vistazo a otros países

Pero esos días han terminado. Si todo va según lo previsto, la edad de jubilación griega aumentará a 67 años en 2013, desde los 65. Y las reducciones en las pensiones y salarios constituyen la mayor parte de los 11.500 millones de euros en recortes de gastos que los acreedores de Grecia están exigiendo al gobierno de Antonis Samaras. A pesar de que la reducción del gasto público agrave la crisis económica, hay que hacerlo ahora que el gobierno todavía tiene credibilidad.

Eso sí solo Grecia, bajo coacción, y en un intento por salvar las finanzas del gobierno parece dispuesta a arriesgarse a asumir las consecuencias de un recorte severo de las pensiones, a pesar de que muchos piensan que este paso llega demasiado tarde.

Por su parte, Francia decidió el pasado junio rebajar la edad legal de jubilación a 60 años, desde los 62, para aquellos trabajadores con al menos 41 años en activo. Claro que el déficit francés no preocupa tanto con el español ni como el griego.

Pero en el largo plazo, el plan de reducción del déficit que anunció Hollande el pasado viernes, podría tener un efecto limitado, ya que dejó las pensiones en gran parte intactas.

En Portugal, bajo la presión de una nueva ola de protestas en las calles, es probable que el Gobierno abandone un plan por el cual los trabajadores deberían incrementar sus contribuciones personales a un plan de pensiones. Y en el Reino Unido, el gobierno del primer ministro, David Cameron, sigue resisitiéndose a cualquier cambio en las pensiones.

"Estas políticas son insostenibles", insiste Jagadeesh Gokhale. "Los pasivos implícitos de los programas de pensiones pronto se convertirán en deudas explícitas. Pero la dinámica política en Europa se opone a las políticas que tienen sentido económico", señala en declaraciones que recoge el New York Times.

Desde Grecia, Petros Christodoulou, ex jefe de la agencia de gestión de la deuda y hoy un alto ejecutivo en el Banco Nacional de Grecia, señala: "Usted se sorprendería de lo comprometido que está el Ejecutivo". "Habrá dolor pero el gobierno aprovechará su momento actual para aplicar medidas realmente difíciles".

En España, la presión de última hora para poner en marcha esas medidas realmente difíciles no ha llegado. No al menos todavía, concluye el NYT.

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