
Aunque por el momento desde Bruselas se mantiene con firmeza el argumento de que no hay que variar los plazos acordados para el saneamiento de los presupuestos nacionales, el trabajo soterrado de algunos Estados miembros, como España, Portugal e Italia, comienza a hacer mella. Los ajustes son el plan B del Gobierno: la prioridad será que la UE no sea tan dura.
El deterioro de las perspectivas de crecimiento de la zona euro y, en concreto, de España, sumado a la desviación inesperada de dos puntos sobre el déficit de 2011 comienzan a pesar en las instituciones europeas y sus expectativas sobre las cuentas públicas por puro realismo.
Desde el Consejo de la Unión Europea esperan que en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará el próximo lunes 30 de enero en Bruselas, se estudie la posibilidad de aprobar unas conclusiones que incluyan la mención expresa de que los objetivos de déficit se buscarán sobre un punto de partida "realista". "Los objetivos se fijaron sobre bases distintas a las actuales. No se puede pedir que se cumpla un objetivo de déficit con datos económicos que no son los correctos", apuntan estas fuentes consultadas por elEconomista.
Más tiempo
Aunque no se espera que de esta cumbre salgan nuevas cifras de objetivo de déficit, sí podría abrirse una vía desde el punto de vista político de cara a la siguiente cumbre, prevista para el 1 y 2 de marzo. El plazo no es baladí, ya que permitirá conocer las previsiones económicas de la Comisión Europea que está previsto que se conozcan en la tercera semana de febrero.
Una vez se publiquen las previsiones de crecimiento de cada país, el departamento que dirige el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, se verá en la necesidad de abrir un periodo de análisis y consultas que podría concluir con la revisión de los plazos del objetivo de déficit. La idea que subyace es que de nada vale fijar metas irrealizables que, por lo demás, sólo podrían servir para ahogar aún más la economía europea.
Cambio de discurso de Rajoy
Con este contexto comunitario entre bambalinas, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dejó ver ayer un cambio en su discurso económico a escasas horas de viajar a Berlín para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, y después de que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría desmin- tiera la semana pasada al primer miembro del Gobierno en plantear esa posibilidad, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El jefe del Ejecutivo insinuó ayer en la rueda de prensa conjunta con el presidente peruano, Ollanta Humala, que negociará con Bruselas un nuevo programa de estabilidad financiera en las próximas semanas.
Abrió así la puerta a modificar el objetivo de consolidación fiscal comprometido ahora, "hoy en el 4,4 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB)". "Presentaremos, como el resto de países, nuestro programa de estabilidad en marzo. A partir de ahí, ya veremos qué sucede. Nosotros tendremos como objetivo de déficit el que marque el programa de estabilidad. Ya se verá a lo largo de las próximas semanas", admitió el presidente.
Este nuevo escenario lo presentó Rajoy después de insistir en que el déficit público cerró 2011 por encima del 8 por ciento y de reconocer, por vez primera, que el crecimiento de la economía española para este año, lejos de situarse en la previsión oficial del Ejecutivo socialista del 2,3 por ciento, se convertirá en "una contracción del 1,5 por ciento o una cifra aproximada".
De esta forma, el Gobierno situó el decrecimiento en línea con la estimación realizada el pasado lunes por el Banco de España, una cifra un poco más optimista que la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevé una contracción del 1,7 por ciento. Con todo, Rajoy volvió a insistir en que la previsión de crecimiento que haga el Gobierno tendrá como principal referente la de la Comisión Europea, que se conocerá en febrero.
Hace poco más de una semana en las comparecencias conjuntas que mantuvo el lunes con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el martes con el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, Rajoy hizo de su máxima en relación al cumplimiento con el déficit público: "Es un objetivo irrenunciable".
Sin embargo, ayer el argumentario era otro. Horas antes, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, dejó entrever en TVE que España negociaría un nuevo plan de control del déficit. "Europa está variando un poco el rumbo de la prioridad de los objetivos de política económica, después de que durante los últimos años la prioridad haya sido la austeridad y ahora la recesión asome por todo el continente", apuntó. A su juicio, los líderes europeos son "sensibles" a la necesidad de fomentar el crecimiento. No pueden ahogarse en corsés innecesarios, dejó entrever.
Ya por la tarde, Montoro volvió a insistir en esta idea: "Cumpliremos los compromisos de estabilidad que se marquen en la UE".
Entretanto, la Comisión Europea seguirá hasta marzo en la ortodoxia, pues la sola idea de lanzar un mensaje de cierta flexibilidad sobre la contención de las cuentas públicas le parece peligrosa. Fuentes del departamento de Rehn apuntan que, de triunfar esta posibilidad, "habrá consecuencias en los mercados al día siguiente mismo". "No se puede relajar ahora el esfuerzo y varios países no estarán dispuestos a aceptarlo. Si España, que ciertamente ha recibido una herencia envenenada, se relaja, se estará precipitando a un rescate", advierten fuentes comunitarias.
Mientras, en el ámbito doméstico, por la mañana, el presidente del Grupo Parlamentario Socialista y candidato a la Secretaría General del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, compareció ante los medios en el Congreso para presentar una proposición de ley por la que se insta al Gobierno a que plantee en Bruselas una ampliación de los plazos para reducir el déficit público. Rubalcaba sacó pecho porque éste fue uno de sus planteamientos en agost, en plena precampaña electoral.
Fondo de rescate mayor
Rajoy reconoció, además, la víspera de acudir a Berlín que es partidario de aprobar cuanto antes y con la mayor dotación posible el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). El presidente del Gobierno se mostró partidario de que el fondo de rescate pueda ampliarse del medio billón de euros previsto a un billón. "España es partidaria de que se apruebe cuanto antes y de que tenga una dotación mayor para presentarse como un elemento de disuasión y de defensa del euro", reconoció Rajoy en relación a un fondo que tendría como principal objetivo crear un cortafuegos para salvaguardar a España y a Italia.