Economía

Los expertos creen que Grecia seguirá en el euro, aunque el país se precipita a la quiebra

La situación de Grecia preocupa y mucho. Su crisis de deuda y el futuro del país mantienen en vilo, sobre todo, a la Unión Europea. Pero que el país salga del euro tampoco parece la solución inmediata para salvar los muebles.

"Hay que diferenciar dos cuestiones. Por un lado está el problema de la deuda y por otro, la permanencia en el euro", explica Gregorio Izquierdo, director de Economía del Círculo de Empresarios. Y para lo primero, que es "un problema muy serio", las soluciones parece que se ciñen a la reestructuración.

Pero abandonar el euro, "sería muy malo para Grecia porque redenominar la deuda a la nueva moneda multiplicaría su coste por tres o por cuatro, ya que la prima de riesgo se les iría de la mano", añade Izquierdo. Las consecuencias de la salida salpicarían, porque "sería un golpe a la moneda europea, ya que erosionaría el principio de irrevocabilidad de la Unión Monetaria", señala este experto macroeconómico, quien añade que "los griegos saben que si ahora les cuesta financiarse, con las ventajas que aporta el euro, qué sería si estuvieran fuera de él".

Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR) de Londres, cree que "no es concebible que una economía que es apenas el 0,5% del PIB mundial provoque una crisis global". Coincide en que hay que intentar una quita voluntaria de los acreedores, porque Grecia por sí misma no puede salir de esta situación y se muestra partidario de sostener al país hasta que pase lo peor de la crisis.

No podrían pagar nada

De la Dehesa es pesimista. "La economía griega es dependiente del exterior en casi todo, especialmente en materias primas y sólo el turismo y los fletes le aportan posibilidades de equilibrio exterior". Por lo tanto, si dejara la protección del euro "no podría pagar de ninguna manera todo lo que importan, con lo que el país se hundiría en una depresión de la que no saldrían en muchísimos años".

No queda más remedio que "mantener a Grecia y ocuparse más y con más decisión de la crisis", concluye el analista y presidente asimismo del Consejo Rector del IE Business School de Madrid.

Para el catedrático emérito de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Velarde, la situación poco menos que se veía venir. "El profesor Luis Ángel Rojo advirtió ya en 1997 que Grecia no debería entrar en el euro porque el área exigía unas condiciones objetivas que no podrían cumplirse". Si el país heleno formó parte del sistema fue por razones políticas, no desde luego económicas.

La opinión de este experto respecto a lo que ha pasado es bastante dura. "Se viene demostrando que los griegos no son capaces de someterse a la disciplina que impone la Unión Monetaria. Es imposible porque el país no dispone de un sistema tributario adecuado, es un Estado en el que la productividad es muy baja y que tiene un gasto público muy elevado, agravado por un enorme presupuesto en defensa". En definitiva, para Velarde "es un país condenado a estar siempre a la cola del euro".

Llegar a un arreglo

Como sus colegas macroeconómicos, el catedrático considera que "hay que llegar a un acuerdo porque las macromagnitudes del país no permiten otra cosa".

La descripción de la situación que hace Juan Velarde también es penosa. "El Gobierno griego trata de salvarse vendiéndolo todo, pero nada de lo que pueden vender tiene un gran valor".

Y concluye: "Yo soy muy pesimista respecto a Grecia, lo que no quiere decir que no se busque entre todos una salida que sea lo menos traumática posible".

"En mi opinión, Grecia debería irse del euro", afirma tajantemente el experto económico y socio de AFI José Antonio Herce. "En realidad nunca debió entrar, añade, pero no puede salir porque el riesgo es descomunal".

Herce cree que ni el FMI ni la Unión Europa confían en los gobernantes griegos y que el país tiene que pagar un precio "y lo está pagando". "También van a pagar los bonistas, que asumirán una quita de al menos el 50%. Los fondos de inversión pueden asumirlo, pero no los bancos".

Sin embargo, agrega que sin un plan para salvar a los bancos, especialmente franceses y alemanes, no se va a producir esa quita y "en consecuencia, las cosas pueden seguir igual o ir a peor". "La demostración, explica, es que después de tomar toda clase de medidas, incluso las más excepcionales como el concierto de los bancos centrales para la liquidez, el efecto dura 48 horas".

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