
Crece el malestar frente a las propuestas del presidente José Luis Rodríguez Zapatero para que la UE sancione a los países europeos que no cumplan los objetivos de la próxima estrategia comunitaria para reformar la economía e impulsar el crecimiento y el empleo.
El Gobierno de Alemania dijo que no tenían sentido y que crearían más burcracia. Ahora corre por los pasillos de Bruselas una evidencia: España es tradicionalmente, junto a Italia y Francia, el líder en expedientes abiertos en su contra por la Comisión Europea, y en no respetar las decisiones del Ejecutivo comunitario cuando estas exigen que recupere ayudas públicas ilegalmente concedidas a empresas.
Estas fuentes no se extrañan del rechazo alemán, porque aseguran que en los países del centro y del norte de Europa, la palabra sanción es muy dura, incluso la palabra recomendación; y también la conciencia de que las normas hay que cumplirlas. "En España te ponen una multa y no la pagas", ironizan.
También es cierto que esas mismas fuentes callan que cuando hace algo más de un lustro el Alemania y Francia incurrieron en sendos déficits excesivos y la UE avanzó en la aplicación del Pacto de Estabilidad y crecimiento hasta acercarse a una posible aplicación de sanciones, Berlín y París dinamitaron la norma y forzaron una reforma radical. El resultado es que la posibilidad de que en el futuro este Pacto imponga sanciones son muy lejanas.
Hace un lustro, París y Berlín se negaron a introducir sanciones morales: pactar objetivos comunes e indicadores para medir su cumplimiento (lo que en la jerga comunitaria se denomina benchmarking); y que luego la Comisión Europea hiciera informes y clasificaciones periódicos en los que el comportamiento de cada país quedara retratado (name and shame en la jerga comunitaria, o apuntar con el dedo y sacar los colores).
Gobierno económico de Europa
Estas mismas fuentes también explican que la interpretación de la propuesta de Zapatero de crear un Gobierno económico en Europa difiere en función del país. En países como España, Italia y Francia se considera positiva, y se asegura que hablar de simple coordinación es poco ambicioso. "Otra cosa es que luego, especialmente París, siempre termine tomando decisiones unilaterales e intente imponerlas al resto", puntualizan.
Por el contrario, en países como Alemania se considera que la idea de crear un Gobierno económico es propia de capitales afrancesadas. Y que detrás de ella se esconde una maniobra para intentar limitar la independencia de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE).