
El primer ministro de Francia, François Bayrou, ha lanzado este martes un duro plan de ajuste para frenar el avance de la deuda pública, que, según advirtió, crece a un ritmo de 5.000 euros por segundo. En una comparecencia solemne bajo el lema "El momento de la verdad", Bayrou alertó de que el país está en "la última estación antes del precipicio", evocando la situación de Grecia y que no puede seguir endeudándose para cubrir sus gastos corrientes. "Nos hemos vuelto adictos al gasto público", ha sentenciado.
El plan del primer ministro François Bayrou contempla una batería de medidas de alto impacto para contener el gasto público y reducir el déficit. Entre ellas, destaca la congelación en 2026 de las pensiones, las prestaciones sociales y los salarios de los funcionarios, rompiendo con una larga tradición de actualización anual.
Para aumentar la productividad, el Gobierno eliminará dos días festivos: el Lunes de Pascua y el 8 de mayo (Día de la Victoria sobre la Alemania nazi), argumentando que el calendario laboral de primavera está saturado de puentes y frena la actividad económica.
En materia fiscal, se establecerá un nuevo impuesto de solidaridad destinado a las rentas más altas, con el objetivo de repartir el esfuerzo de ajuste.
El sector público también sufrirá una reducción de plantilla, con 3.000 puestos menos en el primer año y un sistema de reemplazo estructural que solo permitirá dos nuevas contrataciones por cada tres jubilaciones. Para mejorar la eficiencia del Estado, se creará una agencia inmobiliaria pública que gestionará y venderá activos improductivos del patrimonio estatal.
Finalmente, el Gobierno prevé la supresión de numerosas agencias públicas consideradas redundantes, lo que podría derivar en la eliminación de entre 1.000 y 1.500 empleos adicionales.
Urgencia en aplicar los recortes
El presupuesto de sanidad sufrirá un ajuste de 5.000 millones de euros. Se impulsarán medidas de control como la persecución de bajas laborales injustificadas, la reducción del uso innecesario de antibióticos, y la recuperación de medicamentos no utilizados por fallecimientos u otras razones.
Bayrou ha adelantado la presentación del presupuesto, normalmente prevista para septiembre, con el objetivo de ganar tiempo y convencer al Parlamento para aprobar recortes y subidas de impuestos impopulares. Su antecesor fue apartado tras una crisis política provocada precisamente por la gestión fiscal. La gran pregunta es si el jefe del Ejecutivo podrá sacar en la asamblea unos recortes de 44.000 millones en el próximo Presupuesto, que se presentará en octubre.
En 2024, el gobierno de Michel Barnier enfrentó una grave oposición parlamentaria: su propuesta de presupuesto para 2025, que incluía recortes y subidas de impuestos de 50.000 millones de euros, fue fuertemente rechazada por los partidos de izquierda y extrema derecha en la Asamblea Nacional. Al insistir mediante el artículo constitucional 49.3, Barnier finalmente fue destituido tras una moción de censura exitosa en diciembre, convirtiéndose en el primer ministro francés destituido parlamentariamente desde 1962.
El objetivo es reducir el déficit progresivamente del 5,8% del PIB en 2024 al 4,6% en 2026, y alcanzar el 2,8% en 2029. Para lograrlo, el recorte estimado será de 43.800 millones de euros, afectando a todos los ministerios salvo Defensa, en un contexto de creciente tensión geopolítica en Europa. Bayrou evocó la crisis de Grecia como ejemplo de lo que Francia podría vivir si no actúa ya. Frente a la desconfianza de los mercados, que han penalizado los bonos franceses en el último año, el primer ministro quiso proyectar firmeza y responsabilidad: "El país no puede seguir sin llegar a fin de mes si no es endeudándose".